jueves, 9 de abril de 2009

DESPUES DE LA ÚLTIMA CONVERSACIÓN CON JESUS…

Después de la última conversación con Jesús me impuse no llamarlo nunca más.
Pero nada era fácil para mí, perdí casi completamente el apetito y cada vez que quería dormir no podía conciliar el sueño o peor aún en cuanto me quedaba dormida me despertaba casi inmediatamente sobresaltada y antes de soñar nada.
La idea surgida en la última conversación de poder transformarme en el Llanero Solitario o Robin Hood en la época actual y acompañada de los superpoderes de Jesús, me volvió completamente loca.
Mi esbelta figura se fue descomponiendo. Sin comer, sin dormir, sin escribir y sin ir a trabajar, comencé a sentir que podía morirme ahí, sola, sin amor, ni ilusiones y todo porque la idea de utilizar los superpoderes de Jesús como si fueran míos, me había enloquecido y por momentos, sentía que para siempre.
Me miraba en los espejos de la casa a cada instante, y al verme tan fea, tan desmejorada, con arrugas, las tetas un poco caídas, mi espléndida cabellera enmarañada y sucia, un día me dije, se terminó, lo llamo y listo, me uno a él para toda la vida, me someto a sus superpoderes y entre los dos salvamos la humanidad o, por lo menos, la equilibramos.
Después la sola idea de someterme a alguien y para toda la vida me volvía loca. Y, entonces no lo llamaba, intentaba masturbarme para olvidar y no podía, trataba de leer lo que había escrito y me volvía más loca, llegué a darme la cabeza contra el espejo del baño.
Cuando vi la sangre exclamé: ¡Por Dios, Jesús!
Y Jesús apareció detrás de mí, me puso las dos manos, una en cada hombro, y me dijo:
-Aquí estoy, Bella.
Y vi como la sangre desaparecía, la herida se cerraba sin dejar ninguna marca en mi frente, la piel se estiraba, las tetas se me levantaban un poco, recuperé los kilos perdidos y el pelo lacio y hermoso como a mí me gustaba y me sentí la mujer más feliz del mundo.
Jesús interrumpió mi éxtasis frente a mi propia imagen y me preguntó:
-¿Me necesitas para algo, Bella.
- No, te llamé de casualidad pero me hace muy feliz tu presencia.
-Entonces me quedo.
-Sí, claro, por supuesto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario