jueves, 21 de mayo de 2009

Después de lo de mi madre y el psiquiatra, llevé a Jesús a caminar.

Salimos a caminar Jesús y yo, íbamos paseando y no sé cómo, me di cuenta de que nos encontrábamos frente a la puerta de la Comunidad, perdón, quería decir del Hospital Psiquiátrico, donde mi madre y su novio, el psiquiatra, estaban internados desde hacía unas horas. Me detuve y Jesús me preguntó ¿por qué nos detuvimos? Le dije: -Te tengo que pedir un favor. Y Jesús me contestó con una seguridad insultante: Ya te hice un favor ayer en tu casa.
-Por favor, Jesús, es que no soporto que mi madre esté internada en un Hospital Psiquiátrico, quiero que hagas un milagro y la liberes.
Esta vez, él me respondió sin contemplaciones:- Ya hice un milagro en tu casa.
Por favor, Jesús -lo miré directamente a los ojos- : no puedo soportar la idea de mi madre internada en un lugar para locos. Entonces, Jesús movió la cabeza de un lado para otro y me preguntó ¿Y al psiquiatra también quieres que lo libere?
La pregunta de Jesús me paralizó. Pasaron por mi mente imágenes donde yo aparecía pequeña, caminando de la mano de mi padre, y pensé que si no hubiera sido por Jesús el tipo este me hubiera internado a mí.
Agaché la cabeza mirando al suelo, algo avergonzada por lo que iba a decir y casi sin voz, emocionada, le dije: No, al psiquiatra no quiero que lo liberes…

sábado, 16 de mayo de 2009

Jesús no aparecía y yo no podía creer lo que pasaba.

No podía creer lo que estaba pasando. Y lo que más me sorprendía era mi incapacidad de aprender de los errores, mi madre siempre había hecho lo mismo. Yo le confesaba algún pequeño desliz infantil, y ella corría a contárselo a mi padre, que terminaba castigándome. Había vuelto a hacerlo otra vez, sólo que la metedura de pata era ahora mayúscula, porque ya no se trataba de mi padre, sino del Jefe del Psiquiátrico, el tal Velasco, que parecía no tener otra misión en la vida que internarme a toda costa.
Estaba realmente asustada, casi desesperada. Pensé: Jesús, ¿es qué no vas a venir justo cuándo más te necesito?
Y esta vez, Jesús apareció, pero no lo hizo como acostumbraba, así, de pie, frente a mí. Esta vez, no se posó en el suelo, sino que se puso a dar vueltas alrededor del psiquiatra y de mi madre, que perplejos se miraban el uno al otro. ¿Tu ves lo que yo veo Evangelina?, le preguntó el Dr. Velasco a mi madre. Creo que sí, querido, Jesús está volando alrededor nuestro.
Mi situación había cambiado de forma drástica, ahora era yo la que tenía la sartén por el mango. Ambos me miraron, y preguntaron casi al unísono. Bella ¿tu ves lo que nosotros vemos?
Yo sentí una satisfacción inconocida, y con una sonrisa algo burlona contesté: ¿Qué? Yo no veo nada.
Entonces Jesús descendió de los cielos y apareció vestido elegantemente con un traje gris, se acercó hasta el teléfono y sin marcar ningún número ( o al menos yo no pude percibir ningún movimiento de sus manos) se comunicó con el hospital psiquiátrico y le dijo al psiquiatra de guardia: Tienen aquí un caso claro de folie a deux o delirio compartido, envíen inmediatamente una ambulancia….

viernes, 15 de mayo de 2009

No pude parar de llorar.

No pude parar de llorar. Y me arrastré por la casa y hasta creo que golpeé con mis puños las paredes y Jesús no aparecía y mi madre había muerto y yo, tan sola, también moriría ahogada en mi propio llanto.
De pronto unos golpes en la puerta me hicieron correr hacia la entrada de la casa sintiendo que esta vez sí, era Jesús, que apiadándose de mí, había venido a consolarme.
El susto que me di al abrir la puerta fue muy grande, mi madre acompañada por el Dr. Urrutia Velasco, Psiquiatra Jefe del Hospital Central, amante de mi madre.
Estaba al borde del desmayo.
Tambaleante, los hice pasar al salón y me metí en el cuarto de baño a mojar un poco mi cara y refrescarme.
Mientras tanto, mi madre le preguntó al médico:
-Y, ahora, ¿dónde se ha metido esta chica?
Y el bestia del médico contestó:
-Déjela, se estará drogando.
Cuando volví a entrar en el salón, mi madre le preguntaba, con cierta inquietud, a su amante psiquiatra:
-Y ahora, ¿qué tenemos que hacer?
A lo cual el psiquiatra contestó:
-Esto se arregla fácil con una internación, en 15 días está como nueva.
Yo intervine para decir:
-¿De qué están hablando?
-De ti, nena, de ti estamos hablando –contestó, mi madre, mirándome.
-El Dr. dice que estás muy enferma, que conviene internarte.
-¿Y cómo sabe el doctor que estoy enferma si no me revisó?
Y mi madre, haciendo un gesto con sus manos sobre su cabeza como indicando que yo estaba loca, me dijo:
-¡Las cosas que dices, nena!
-¿Y qué tienen de malo las cosas que digo?
-Hija... decir que estás enamorada de Jesús, el hijo de Dios, ¿te parece normal?
-Pero mami, no todo lo anormal es locura, además, Jesús existe.
-Sí señorita - intervino el psiquiatra- todos sabemos que Jesús existe, lo novedoso y algo delirante es que se ponga de novio con una mujer común.
-Tenga cuidado con lo que dice que yo no soy una mujer común, soy ingeniera, escritora y la novia de Jesús. ¿qué le parece?
- >A mi me parece que usted está un poco trastornada, que lo mejor es internarla...

domingo, 10 de mayo de 2009

Estaba algo desesperada, de un lado a otro de la casa, parecía la pena negra de Lorca...

Estaba algo desesperada, de un lado a otro lado de la casa, parecía la pena negra de Lorca.
Sonó el teléfono con estridencia. Corrí pensando que a lo mejor Jesús se había decidido a usar el teléfono, levanté el auricular y pregunté ansiosa:
-¿Sí, quién es?
Imaginad la sorpresa cuando del otro lado la voz de mi madre, valiente.
-Hija mía, ¿dónde te has metido? Hace un montón de tiempo que no sé nada de ti.
Yo tratando de recomponerme:
-Es que ahora soy escritora. Y, además, estoy enamorada.
-Ah, ¿sí? Hija, cuéntame.
-Mira, mami, esto que me pasa no me había pasado nunca.
-Qué, ¿has dejado de trabajar?
-No, eso no, pero es lo único que hago…
-Pero, hija, qué te ha pasado.
-Que ya te dije mamá, estoy enamorada…
-De quién?
-De Jesús, mama…de Jesús
-¡Cómo, hija! ¿De qué Jesús?
-Jesús, mamá, Jesucristo, el hijo de Dios.
El grito que pegó mi madre y los ruidos de ella cayéndose y el teléfono dando contra la mesita de cristal y luego como final un ruido sordo, como la cabeza contra el piso; me inquietaron de tal manera que comencé a llorar desconsoladamente y la imagen de la cabeza de mi madre chocando contra el mármol frío y callado del salón de estar, invadían mi mente sin descansar y me hacían llorar desconsoladamente.

viernes, 8 de mayo de 2009

SEGUÍAMOS SENTADOS CON JESÚS EN EL RETIRO...

Seguíamos sentados con Jesús en el banco del Retiro. Nos mirábamos, nos sentíamos. Parecíamos dos personas enamoradas. El primero en hablar fue Jesús:
-¿Todavía tienes ganas de que te cuente la conversación con mi padre?
-No, bueno sí, la puedes resumir en tres frases. Hablemos, cuando estuvimos ese instante en silencio sentí que te amaba pero, por favor, hablemos, no dejemos que venga el amor a perturbarlo todo. Te escucho, Jesús, te escucho…
Jesús estaba muy impactado por mis palabras, tímidamente dijo:
-Bueno, te cuento…
Y ahí le recordé que en tres frases.
-Una, me prohibió meterme dentro tuyo para conocerte. Dos, que si me quiero quedar en la tierra contigo, no puedo volver más al cielo. Tres, Si vuelvo al cielo me crucifican.
-Y qué más…
Jesús dijo:
-Me dijiste tres frases, ahí están.
Y ascendiendo las manos, desapareció.
No me enfurecí ni nada de eso, me levanté tranquila y caminé tranquila rumbo al trabajo.

domingo, 3 de mayo de 2009

La reacción de Jesús consistió en mover sus manos hacia arriba.

La reacción de Jesús consistió en mover sus manos hacia arriba.
La reacción de Jesús consistió en mover sus manos hacia arriba y apareció a mi lado los dos en la ramita. Lo primero que se me ocurrió decirle fue:
-Jesús, por favor, que nos vamos a caer.
Le di pie para me intentara educarme y me dijo:
-Mira, que eres asustadiza, no sé si soportarías volar.
Mientras tanto, las cámaras de T.V. y los periodistas con micrófonos querían enterarse de lo que estábamos hablando ahí, los dos juntos, sin tocarnos, pero muy juntos, en una ramita muy pequeña que podía romperse en cualquier momento.
Le dije a Jesús:
-Haz algo, por favor.
Y él me respondió cruzándose de piernas como si estuviera sentado en un sillón –me dijo:
-Algo ¡de qué tipo? Algo ¿en qué sentido?
Y se quedó mirándome, creo que con altanería.
Bajando mi cabeza para culpabilizarlo, le dije:
-Que me trates como una ignorante me humilla. Además, si supiera de qué tipo, o qué, no te lo andaría preguntando y perdiendo tiempo, justo, en esta situación de peligro.
Jesús me tendió una mano y comenzamos a volar. Pero no volamos al confín del universo o al abismo supremo, no. Jesús, se entretenía en volar alrededor de la gente, la policía, los bomberos y 30 ó 40 periodistas.
-Jesús, deja de jugar y llévame a casa.
-Por favor, Bella, sonríe a la muchedumbre y saluda que están por aclamarte.
Sonreí y saludé y ahí la muchedumbre enloqueció.
-Milagro, milagro, milagro. Gritaban, como bestias despojadas de pudor.
Yo me sentía muy fuerte volando de la mano de Jesús alrededor de la chusma, y como no se tranquilizaban tuve una idea. Jesús, les hizo callar y yo les dije:
-No es ningún milagro, señores, estamos enamorados, eso es todo.
En menos de dos minutos habían desaparecido todos… Jesús me bajó lentamente y nos sentamos en un banco del Retiro a conversar.

sábado, 2 de mayo de 2009

YO ESTABA ENCIMA DE LA ULTIMA RAMA DEL ARBOL MAS ALTO...

Yo estaba encima de la última rama del árbol más alto del Retiro.
Le hacía señas a Jesús para que me ayudara a bajar. Jesús hacía que no me veía llamarle y cambió su túnica por un traje de casimir inglés y unos zapatos relucientes.
Yo encima del árbol comencé a sufrir y entonces gritaba, gritaba muy fuerte.
-Por favor, Jesús, Jesús, ayúdame a bajar.
Jesús mientras tanto sin hacer caso de mis gritos, hablaba con un policía y levantaba las dos manos para indicarle al policía mi posición.
El policía se acercó al árbol y comenzó a correr y tocar el pito de una manera escandalosa y tocaba el pito o silbato y gritaba:
-No se tire, no se tire.
Y tocaba el pito y se acercaron al lugar, dos ambulancias, el camión de los bomberos y muchos fotógrafos de la T.V. y diarios.
Uno de los periodistas de T.V. que me había hecho una entrevista sobre los edificios que había construido el Sr. Bush y que se venían abajo, casi sin explicación, me reconoció y comenzó a gritar mientras me apuntaba con la cámara:
-Es la Ingeniera Jefa Bella de día.
Yo saludaba desde lo alto y el periodista me preguntó:
-¿Qué tal está, ingeniera, cómo se siente? Y yo le contesté:
-Livianita, me siento muy livianita, como una hoja al viento.
Y el periodista gritando para que yo lo escuchara.
-Usted siempre tan poética, ni el peligro la enmudece.
Yo no aguantaba más y como el periodista era el único que me prestaba atención, le dije en voz muy alta.
-Por favor, dígale a Jesús que me baje, por favor…
Ahí fue cuando Jesús reaccionó