viernes, 26 de marzo de 2010

Querida:


Soldado de la noche. Vigilo
mi propio pensamiento.

Guardián en celo de mi vida,
amo mi cuerpo en soledad
y sueño por las noches,
ser el gran hombre
que se salva a sí mismo.

Ato mis ojos al recuerdo:
camino de la mano de mi madre,
lentos precipicios,
hago el amor con mi mujer,
a solas,
hurdo para mí mismo la trampa mortal.

Me detengo, empecinadamente, en el pasado
donde no tuve pan, ni paz,
ni milagro que me salvara del horror.
De niño lo vi todo.

Pedazos de piel,
trozos desparejos de perfumes,
flecos de! amor ,
ambicionado reposo que no llega.
Entre tus brazos,
entre tus gritos de yegua mal herida,
tajo de viento,
olor y rocío de la mañana.
Ojos de mula estancada en silencios.
Blasfemia y luz,
orquesta de la noche,
muda,
parábola del hombre.

Miguel Oscar Menassa
De "Poemas y cartas a mi amante loca joven poeta psicoanalista", 1987

domingo, 21 de marzo de 2010

Querida:



Mujer, vendimia azucarada,
centro en el amor por ti,
la residencia de mi canto.

Bajo los cielos, en silencio,
entre crepúsculos, mi cuerpo,
paloma salvaje
cruzando el espacio de tu voz.

Quiero verme, me decías,
salvajemente
atravesada por tu canto.

Y desde entonces no dejo de gozar,
primitivo, imposible,
salvaje entre tus piernas.

Miguel Oscar Menassa

jueves, 18 de marzo de 2010

Querida:

He viajado. He viajado,
hombre de piel como palabras,
he viajado por lo que queda del alma
y no estoy de acuerdo.

Tristeza agrandada por sus contradicciones,
soy el dolor del siglo que no duele.
Más que la atroz materia que destruye,
un simple giro del lenguaje.

A la palabra amor ,
le puse cascabeles como a la lepra antaño.
A la palabra madre,
le puse un cataclismo entre las piernas
y una belleza masculina en la mirada.
Ojos de miel combiné con mi patria
y me dejé llevar por la marea.

Llené el mar de palabras antiguas
y hundí el mar.

De la mujer hice una frase.

Detuve su infatigable locura,
toda locura entre mis letras.

Al tembloroso, avergonzado sexo,
le agregamos torrentes, cataratas.

Ella existe,
ha nacido en mis versos.
Poesía de fuego,
donde el dragón es ella y la palabra.

Te escribo, ¿ ves? , te escribo,
como antaño el hombre se escribía.
Hago que tus gemidos,
yegua loca pariendo la mañana,
abandonen tu cuerpo.


Miguel Oscar Menassa