lunes, 23 de marzo de 2009

ESTOY SENTADA EN LA OFICINA CON LAS DOS MANOS UNA A CADA LADO DE MI FRENTE

Estoy sentada en la oficina con las dos manos una a cada lado de mi frente. Parezco una mujer pensando desesperadamente.
Entran a mi despacho los dos ingenieros de siempre. Saludan respetuosamente y uno de ellos me pregunta:
-¿Le pasa algo Jefa?
El otro dice:
-Se la ve muy pensativa.
Reaccioné y les dije:
-Nada, no me pasa nada, pero es cierto que estoy pensativa.
-¿Se cayó otro de los edificios que construyó Bush? –Preguntó uno de los ingenieros.
-No, no, no, estaba pensando en problemas personales –Contesté.
El otro ingeniero:
-¿No estará enamorada, Jefa?
-Pues sí, estoy enamorada.
-Qué ¿alguno de los dueños de la empresa?
-No, no.
Me quede unos minutos callada y luego dejé caer, frente al asombro de los ingenieros:
-Estoy enamorada de Jesucristo.
-¿Del señor que apareció el otro día y nos arregló el edificio del Gobierno?
-Sí.
-Pero entonces por qué está preocupada, todo el mundo está enamorado de Jesucristo.
-Sí pero cada vez que yo lo nombro aparece.
-Vamos, Jefa.
-¡Qué! ¿Quiere que hagamos la prueba?
-A mí me encantaría.
-A ver, llámelo.
Ingeniero 1 dijo en voz alta:
-Jesucristo.
Le dije:
-No, no, abreviado.
Y el Ingeniero 1 volvió a decir el nombre pero esta vez abreviado:
- Jesús.
Nadie apareció, así que le dije al Ingeniero 2 que probara él:
-A ver, pruebe usted.
El ingeniero 2 dijo en voz alta:
-Jesucristo.
Le dije:
-No, no, abreviado.
Y el Ingeniero 2 volvió a decir el nombre pero abreviado:
-Jesús.
Nadie apareció. Los dos ingenieros se miraron y dirigiéndose a mí me dijeron:
-Ahora pruebe usted.
Y yo muy bajito para que no me escuchara, susurré:
-Jesús.
Y patapufete, apareció. Los dos ingenieros dieron un paso atrás, tal vez, asustados. Les dije:
-Por favor, me pueden dejar a solas con él.
Cuando salieron los dos ingenieros le pregunté a Jesús:
-Pero ¿qué haces aquí, en mi oficina, otra vez?
-Me llamaste, Bella, me llamaste.
Hubo un silencio que partía la tierra y entonces le pregunté:
-¿Con qué has pagado la consumición del bar?
-No, no pagué la consumición, distraje al camarero con un movimiento de manos, me levanté con elegancia y estuve caminando por la ciudad.
-¿Ahora utilizas los superpoderes para robar a un pobre camarero?
-¡Qué exigente que eres conmigo!
-¿Por qué me dices eso?
-¡La última vez me hiciste destruir la catedral y ahora te estás quejando por seis euros!

domingo, 22 de marzo de 2009

ME DESPERTÉ SORPRENDIDA DE NO HABER SOÑADO NADA

Mis sueños se estaban confundiendo de una manera peligrosa con la realidad. Mientras desayunaba pensé que a lo mejor tendría que consultar a un especialista, luego rechacé la idea por absurda.
Terminé de desayunar, me bañé, me vestí y antes de salir a la calle me miré en el espejo del salón y me vi muy bien vestida. Alguien querré conquistar esta mañana, me dije, mientras le sonreía a mi imagen en el espejo.
Parecía mentira que anoche hubiera habido una tormenta eléctrica brutal; hoy, un día templado con un sol acariciador.
Me senté en una terraza de la Gran Vía y pedí un zumo de piña.
El camarero, después de servirme, tal vez, molesto por el sol, estornudo y yo no tuve ninguna otra idea que decirle “Jesús” y Jesús apareció, se sentó en la silla enfrente de mí y como si todo fuera normal y él una persona normal, pidió un café solo.
Yo me dije para mí misma, tú tranquila, bella, que el que tiene que dar explicaciones es él.
Pensar para mí cuando estaba Jesús presente era hablar en voz alta.
Jesús me dijo:
- Es verdad, te debo una explicación.
Y luego se quedó callado. Yo tomaba mi zumo de piña y él su café. Sin hablar, pero de vez en cuando nos mirábamos.
Cuando terminé mi zumo, le dije tranquilamente.
- Yo me voy a trabajar, nos vemos luego, ¿puedes pagar?
Y sorpresa te da la vida, Jesús como un hombre normal me dijo:
- Por su puesto, nos vemos luego.

sábado, 14 de marzo de 2009

ESTOY LOCA, ESTOY LOCA, VEO VISIONES, TENGO SENTIMIENTOS....

Estoy loca, estoy loca, veo visiones, tengo sentimientos contradictorios, necesidad de castigo ¿Y esto será verdaderamente el amor? Que no lo quiero así, quiero seguir independiente como era antes de comenzar a soñar con él o tal vez si pudiera dominarlo, todo sería distinto, enamorarlo, eso, enamorarlo definitivamente, educarlo todo para mí. Levantarme a la mañana y subirme sobre sus hombros a caballito y él galopando, galopando me llevaría de aquí para allá y con sus superpoderes, construiría puentes en cuatro minutos y cruzaríamos el océano y los mares del sur y del norte y él de vez en cuando giraría su cabeza para preguntarme,¿ va bien mi diosa? y yo le tiraría de la barba y comenzaría a volar.
Me acosté en la cama y seguí repitiendo.
-¿Y esto será verdaderamente el amor?
Los ruidos exagerados de una tormenta eléctrica exagerada, con truenos que parecían enormes rugidos de fieras grandiosas y centellas y rayos jamás vistos por Madrid, y piedras y ruidos de piedras unas contra otras me despertaron.
Lo primero que hice fue taparme hasta la cabeza para poder aislarme de los ruidos. Y trate de recordar si la ventana del salón estaba abierta o cerrada.
Los ruidos eran cada vez más fuertes.
Entre los ruidos de los truenos y las luces espectaculares de los rayos creí escuchar la voz de Jesucristo.
Me tapé más todavía y ahí recordé que había dejado la ventana del salón abierta.
Me levanté apresuradamente y encontré a Jesucristo desnudo debajo de la lluvia, los truenos, la tormenta, debajo de las piedras con los brazos extendidos hacia el cielo. Al verlo le increpé:
-Y ahora ¿qué estás haciendo?
Jesús me miró como si la que estuviera loca fuera yo y me dijo:
-Cállate, por favor, que estoy hablando con mi padre.
Un remolino de viento y agua se trago a Jesús y yo cerré inmediatamente la ventana y caí en un sillón, dormida, desmayada.

lunes, 9 de marzo de 2009

ME DABA MIEDO LLAMAR A JESUS POR TEMOR A QUE APARECIERA

Me daba miedo llamar a Jesús por temor a que apareciera. Estaba cansada, quería despejarme, aclarar las ideas, entender algo de lo que me estaba pasando. Estaba nerviosa, me di una ducha, me sequé, utilicé cremas para las manos.
En la casa hacía calor así que decidí quedarme desnuda. Ya me sentía bien conmigo misma. Tomé un libro y paseando desnuda por el salón recité en voz alta:
Adiós nada olvidas,
ya nada mas tenemos que decirnos
esta bien partir puedes
Dejé el libro en la mesa y me serví una copa de whisky. Vi reflejada mi desnudez en el espejo de las vitrinas y me dije para mí misma:
-¿Tal vez esté enamorada de Jesucristo?
Y como si fuera a brindar me llevé la copa a la boca y cuando estaba por beber escuché a Jesucristo:
Deja la copa
dame tu boca
y emborráchate de amor
y no de alcohol.
Yo le miré como si estuviéramos en el cine en una explanada a 33.000 metros de altura y le dije:
-Lo del alcohol vaya y pase pero lo del beso… pues te digo que no.
Tomé mi whisky de un sorbo, seguí mirándole a los ojos y ¿saben lo que hizo el bendito hijo de Dios? Sin moverse, me dio una cachetada.
-¡Me pegaste!
Y él, con voz de sabiondo, me contestó:
-Yo no te pegué, tú te pegaste.
Yo reflexioné, la verdad es que yo no vi que moviera los brazos para pegarme pero como tiene superpoderes…

domingo, 8 de marzo de 2009

ME LEVANTÉ ASUSTADA

Me levanté asustada convencida de que, después de lo de la Catedral, Jesús había venido a vivir a mi pisito. No estaba en la cama ni en el aire ni en el baño ni en la cocina.
Me daba rabia que el asunto con Jesús fuera sólo un sueño. Decidí olvidarme del asunto y poner más interés en mis trabajos pero había algo que había cambiado definitivamente en mi vida. ¿No me estaré volviendo loca?
De golpe me acordé de lo de la Catedral y me empecé a reír a carcajadas y me venían imágenes de la Catedral, del Parque del Oeste, de las farolas de la calle…
Camino del trabajo me seguía riendo y me decía ¿loca o tonta? Pero a mí me ha pasado algo en la vida. Jesús, Jesús ¿dónde estarás?
-Aquí, querida, a tu lado.
-Cómo que a mi lado si te busqué por toda la casa y no te encontré.
-Es que me hice invisible para no molestarte.
-Y ahora qué estás haciendo al lado mío.
-Me llamaste ¿no?
-Y si yo no te llamaba ¿qué pensabas hacer?
-Pensaba ir a tu trabajo, invisible, quedarme quietito y ver cómo te podía ayudar.
-No se te va a ocurrir demostrar tus superpoderes en la oficina.
-No, no, no, iba para aprender ingeniería, verte trabajar y ayudarte.
Moví la cabeza como diciéndome a mí misma “Esto no lo voy a poder aguantar”.
Y Jesús volvió a desaparecer.
A mí me tranquilizaba que él estuviera pero que no estuviera, de esa manera no quedaba claro de quién eran los superpoderes: de él que aparecía y desaparecía o míos que lo hacía aparecer y desaparecer.
En el trabajo un día normal, yo con los planos de las nuevas construcciones y Jesús invisible.
Hubo un momento de tensión a las cuatro de la tarde. Alrededor de una mesa, hasta siete profesionales discutíamos de cómo y a partir de qué momento tendríamos que apuntalar el edificio más importante del Gobierno, a punto de caerse. Si había alguna posibilidad de cerrar el edificio hasta que nosotros terminásemos con nuestro trabajo o si nosotros tendríamos que trabajar con el edificio funcionando, lo que pondría en peligro a unas 500.000 personas. Si teníamos que empezar por la izquierda o por la derecha. En ese momento, en pleno ardor de la discusión apareció Jesucristo arriba de la mesa y con su brazo derecho extendido hacia el horizonte dijo (de más está decir que yo estaba temblando como una hoja de viento):
-Señores, no temáis, soy Jesucristo, el hijo de Dios. Lo vuestro no es un problema ya que se soluciona de esta manera.
Se sentó en la mesa y en la baqueta hizo unos movimientos, reconstruyó el equilibrio y desapareció.
Yo, tratando de despistar dije:
-Estamos todos locos, ya alucinamos.
Y uno de los ingenieros dijo:
-No, fue un milagro, fue un milagro, no vieron cómo movió la maqueta.
En ese momento suena el teléfono. Era una llamada del edificio del gobierno:
-Inclinación corregida, les agradecemos su trabajo.
-Milagro, milagro, fue un milagro.
Dijo uno de los ingenieros. Entones, ahí fue donde dije:
-Señores, un poco de calma.
Y di por terminada la reunión. Y me quedé pensando qué haría con Jesús cuando volviera de nuevo, si le daría un beso o le daría una patada.