domingo, 8 de marzo de 2009

ME LEVANTÉ ASUSTADA

Me levanté asustada convencida de que, después de lo de la Catedral, Jesús había venido a vivir a mi pisito. No estaba en la cama ni en el aire ni en el baño ni en la cocina.
Me daba rabia que el asunto con Jesús fuera sólo un sueño. Decidí olvidarme del asunto y poner más interés en mis trabajos pero había algo que había cambiado definitivamente en mi vida. ¿No me estaré volviendo loca?
De golpe me acordé de lo de la Catedral y me empecé a reír a carcajadas y me venían imágenes de la Catedral, del Parque del Oeste, de las farolas de la calle…
Camino del trabajo me seguía riendo y me decía ¿loca o tonta? Pero a mí me ha pasado algo en la vida. Jesús, Jesús ¿dónde estarás?
-Aquí, querida, a tu lado.
-Cómo que a mi lado si te busqué por toda la casa y no te encontré.
-Es que me hice invisible para no molestarte.
-Y ahora qué estás haciendo al lado mío.
-Me llamaste ¿no?
-Y si yo no te llamaba ¿qué pensabas hacer?
-Pensaba ir a tu trabajo, invisible, quedarme quietito y ver cómo te podía ayudar.
-No se te va a ocurrir demostrar tus superpoderes en la oficina.
-No, no, no, iba para aprender ingeniería, verte trabajar y ayudarte.
Moví la cabeza como diciéndome a mí misma “Esto no lo voy a poder aguantar”.
Y Jesús volvió a desaparecer.
A mí me tranquilizaba que él estuviera pero que no estuviera, de esa manera no quedaba claro de quién eran los superpoderes: de él que aparecía y desaparecía o míos que lo hacía aparecer y desaparecer.
En el trabajo un día normal, yo con los planos de las nuevas construcciones y Jesús invisible.
Hubo un momento de tensión a las cuatro de la tarde. Alrededor de una mesa, hasta siete profesionales discutíamos de cómo y a partir de qué momento tendríamos que apuntalar el edificio más importante del Gobierno, a punto de caerse. Si había alguna posibilidad de cerrar el edificio hasta que nosotros terminásemos con nuestro trabajo o si nosotros tendríamos que trabajar con el edificio funcionando, lo que pondría en peligro a unas 500.000 personas. Si teníamos que empezar por la izquierda o por la derecha. En ese momento, en pleno ardor de la discusión apareció Jesucristo arriba de la mesa y con su brazo derecho extendido hacia el horizonte dijo (de más está decir que yo estaba temblando como una hoja de viento):
-Señores, no temáis, soy Jesucristo, el hijo de Dios. Lo vuestro no es un problema ya que se soluciona de esta manera.
Se sentó en la mesa y en la baqueta hizo unos movimientos, reconstruyó el equilibrio y desapareció.
Yo, tratando de despistar dije:
-Estamos todos locos, ya alucinamos.
Y uno de los ingenieros dijo:
-No, fue un milagro, fue un milagro, no vieron cómo movió la maqueta.
En ese momento suena el teléfono. Era una llamada del edificio del gobierno:
-Inclinación corregida, les agradecemos su trabajo.
-Milagro, milagro, fue un milagro.
Dijo uno de los ingenieros. Entones, ahí fue donde dije:
-Señores, un poco de calma.
Y di por terminada la reunión. Y me quedé pensando qué haría con Jesús cuando volviera de nuevo, si le daría un beso o le daría una patada.

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