lunes, 9 de marzo de 2009

ME DABA MIEDO LLAMAR A JESUS POR TEMOR A QUE APARECIERA

Me daba miedo llamar a Jesús por temor a que apareciera. Estaba cansada, quería despejarme, aclarar las ideas, entender algo de lo que me estaba pasando. Estaba nerviosa, me di una ducha, me sequé, utilicé cremas para las manos.
En la casa hacía calor así que decidí quedarme desnuda. Ya me sentía bien conmigo misma. Tomé un libro y paseando desnuda por el salón recité en voz alta:
Adiós nada olvidas,
ya nada mas tenemos que decirnos
esta bien partir puedes
Dejé el libro en la mesa y me serví una copa de whisky. Vi reflejada mi desnudez en el espejo de las vitrinas y me dije para mí misma:
-¿Tal vez esté enamorada de Jesucristo?
Y como si fuera a brindar me llevé la copa a la boca y cuando estaba por beber escuché a Jesucristo:
Deja la copa
dame tu boca
y emborráchate de amor
y no de alcohol.
Yo le miré como si estuviéramos en el cine en una explanada a 33.000 metros de altura y le dije:
-Lo del alcohol vaya y pase pero lo del beso… pues te digo que no.
Tomé mi whisky de un sorbo, seguí mirándole a los ojos y ¿saben lo que hizo el bendito hijo de Dios? Sin moverse, me dio una cachetada.
-¡Me pegaste!
Y él, con voz de sabiondo, me contestó:
-Yo no te pegué, tú te pegaste.
Yo reflexioné, la verdad es que yo no vi que moviera los brazos para pegarme pero como tiene superpoderes…

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