domingo, 21 de marzo de 2010

Querida:



Mujer, vendimia azucarada,
centro en el amor por ti,
la residencia de mi canto.

Bajo los cielos, en silencio,
entre crepúsculos, mi cuerpo,
paloma salvaje
cruzando el espacio de tu voz.

Quiero verme, me decías,
salvajemente
atravesada por tu canto.

Y desde entonces no dejo de gozar,
primitivo, imposible,
salvaje entre tus piernas.

Miguel Oscar Menassa

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