Seguíamos sentados con Jesús en el banco del Retiro. Nos mirábamos, nos sentíamos. Parecíamos dos personas enamoradas. El primero en hablar fue Jesús:
-¿Todavía tienes ganas de que te cuente la conversación con mi padre?
-No, bueno sí, la puedes resumir en tres frases. Hablemos, cuando estuvimos ese instante en silencio sentí que te amaba pero, por favor, hablemos, no dejemos que venga el amor a perturbarlo todo. Te escucho, Jesús, te escucho…
Jesús estaba muy impactado por mis palabras, tímidamente dijo:
-Bueno, te cuento…
Y ahí le recordé que en tres frases.
-Una, me prohibió meterme dentro tuyo para conocerte. Dos, que si me quiero quedar en la tierra contigo, no puedo volver más al cielo. Tres, Si vuelvo al cielo me crucifican.
-Y qué más…
Jesús dijo:
-Me dijiste tres frases, ahí están.
Y ascendiendo las manos, desapareció.
No me enfurecí ni nada de eso, me levanté tranquila y caminé tranquila rumbo al trabajo.
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