Aparecemos en la terraza de un cuarto piso, sentados, mirando para la calle. Cada vez que queríamos mirarnos debíamos hacer un movimiento lateral con nuestros cuerpos.
Me levanto y abrí la nevera, está vacía, nada, ni una botella de agua.
En el sueño era mediodía, así que decidí ir de compras. Y ahí comenzaron a pasar cosas raras.
-Jesús, ¿tienes algo de dinero?
-¿Cómo?
-Sí, Jesús, dinero para comprar algo de comida, agua.
-Sí, deberíamos comer algo, pero yo nunca tuve contacto con el dinero.
Me sentí desilusionada pero no dije nada. Me acerqué cariñosamente y le dije:
-¿Me acompañas?
-¿Dónde?
-Vamos juntos a hacer las compras.
Y, Jesucristo, saben lo que me dijo:
-No estarás loca ¿no?
Yo le contesté rápidamente:
-Más loca será tu madre.
- Quien sabe, puedes tener razón, pero yo soy Jesucristo. Una cosa es morir en la cruz haciéndole un favor a mi papá y otra cosa es ir los próximos 30 años al supermercado a hacer juntos las compras. Que no, nena, conmigo te equivocaste.
Y ahí casi me ahogo de la angustia, que me despierta.
Me levanto y abrí la nevera, está vacía, nada, ni una botella de agua.
En el sueño era mediodía, así que decidí ir de compras. Y ahí comenzaron a pasar cosas raras.
-Jesús, ¿tienes algo de dinero?
-¿Cómo?
-Sí, Jesús, dinero para comprar algo de comida, agua.
-Sí, deberíamos comer algo, pero yo nunca tuve contacto con el dinero.
Me sentí desilusionada pero no dije nada. Me acerqué cariñosamente y le dije:
-¿Me acompañas?
-¿Dónde?
-Vamos juntos a hacer las compras.
Y, Jesucristo, saben lo que me dijo:
-No estarás loca ¿no?
Yo le contesté rápidamente:
-Más loca será tu madre.
- Quien sabe, puedes tener razón, pero yo soy Jesucristo. Una cosa es morir en la cruz haciéndole un favor a mi papá y otra cosa es ir los próximos 30 años al supermercado a hacer juntos las compras. Que no, nena, conmigo te equivocaste.
Y ahí casi me ahogo de la angustia, que me despierta.