miércoles, 18 de febrero de 2009

LOS SONIDOS DE UN VALS ME ENSUEÑAN…

Los sonidos de un vals me ensueñan y recuerdo la primera vez que danzamos con Jesús en el desierto. En ese momento todo era vuelo y alegría, en cambio hoy son todas `preocupaciones, en ese momento sin abrir los ojos sentí la mano temblorosa de un hombre invitándome a bailar y sin abrir los ojos acepté y baile y baile con el desconocido que tenía una dulzura especial tanto en la mano que apretaba con delicadeza mi mano como en la mano que tomaba mi cintura de una manera firme, femenina y masculina al mismo tiempo. No abrí mis ojos en ningún momento y apoyando mi tierna cabecita sobre su hombro perfecto, creo que me quede dormida.
Cuando sentí que el hombre se alejaba abrí los ojos y miré para abajo y vi. sus pies semidescalzos, sus inconfundibles sandalias y todo se oscureció, yo no podía abrir mis ojos que me ardían como abrazados por el sol y tenía los labios resecos y una sed infinita.

En el desierto estaba sola, oteo, sin ser atea, los horizontes de los cuatro puntos cardinales y nada de nada. En el desierto ese mediodía el sol enorme, separación? esta horrorosa yo muy pequeña y sedienta y el señor seguramente en el cielo.
¿Quién habrá sido el culpable de esta feroz separación?

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