martes, 23 de febrero de 2010

QUERIDA:

Me tocó la nieve en las espaldas,

una palmada alegre cariñosa,

me sentí acariciado por mi madre,

fui feliz.

La nieve me tocó el corazón.

Anochece y del día,

sólo me queda el recuerdo de la bruma.

Así de frágil fue todo esta mañana:

nieve y carmín.

Deletreamos con cuidado cada uno su nombre:

Yo soy la Blanca Nieve de tus sueños.

La pétrea belleza del cristal,

marina alondra de los valles,

amiga de la tristeza de la muerte.

Yo tuve ganas de decirle:

Soy el poeta, el grande,

el creador de la palabra Mujer

y no le dije nada.

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