Felicitar, felicito a todo el personal y el que no se sienta incluido que pida una sesión más por semana o, por lo menos, que la pague.
Yo, por mi parte, me declaro vencido.
¡Cómo me duele declararme vencido!
Nunca pensé que fuera a doler tanto, pero no quiero ya resistirme más. He sido vencido.
Antes de morir veré una luz pero será pequeña.
Este siglo fui vencido
por el Estado
por la Iglesia
por la burguesía
por el proletariado
por la Mujer, en general,
y cada una en particular
por mis padres
por mi mujer
por mis hijos
por la muerte, por la vida.
Este siglo HE SIDO VENCIDO
por el amor
por el odio
por la venganza
y fundamentalmente por los medios de difusión.
Eso, me declaro vencido por los medios de difusión.
Ejemplos de mi rendición:
Yo, Miguel Oscar Menassa, poeta, de madre nieta y bisnieta de araucanos, Lautaro entre otros, y de padre árabe descendiente directo del inventor de la palabra amor entre los árabes.
Yo, a quien, en verdad, sólo le interesa su próximo encuentro amoroso, me doy cuenta que ustedes (los medios de difusión) son unos genios, han conseguido en 20 años lo que algún yo ambiciona hace más de 500 años sin conseguirlo, lo que yo mismo sigo ambicionando: ser alguien importante para las personas con dinero, esos ángeles que hacen posible la respiración, esos pilares que permiten cierta perdurabilidad de cierto arte. Gracias, perdón y gracias…
La vaca, agitada, no tuvo fuerzas ni para mugir…
Enfrentado, ahora, querida vaca, al Secretario de Salud Pública, en lugar de insultarlo como un estúpido, le felicitaré, le besaré los huevos por prohibir los medicamentos a los enfermos, ya que de esa manera aumentará la demanda de psicoanálisis.
Gracias, Señor Ministro, que creo que es una Mujer, por las dudas lo fuera, retiro todo lo dicho y pongo en su lugar estos inolvidables versos de amor.
Nada te di, nada me debes, sólo puedes amarme.
Ya nunca más me burlaré de la justicia.
Si está prohibido enfermarse, no enfermaré.
Corregiré el destino con palabras amadas,
desviaré todo fracaso en letras de oro,
inventaré un amor entre el Poeta y la Ministra.
Y algún día romperás las cadenas que te atan
y querrás volar como un pájaro en libertad
y no tendrás alas y no habrá ningún viento
y yo te salvaré como se salvan grandes amores
y volaremos juntos en algún verso inolvidable:
Nada tomé, nada te debo, no puedo ni amarte.
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