miércoles, 23 de diciembre de 2009

Monólogo entre la vaca y el moribundo -V-

Llevado por la impresionante secuela de la nada leo los periódicos con distancia y sobriedad. Argentina se hunde junto con toda América Latina, ayer estuve mirando la tele y conté cuatrocientas muertes violentas en algunas películas y dos o tres espacios de noticias.

Hoy me vanaglorio de haber escrito en toda mi vida algunos versos y, eso, hoy me conforma. Mañana, tal vez, con la excitación de un día pleno de trabajo, vuelva a pensar en el Nobel.

Ella me leyó unas páginas donde Faulkner pensaba que su obra permanecería inédita y que en todo caso nadie la leería. Que sus libros se vendieran fue su única preocupación durante más de 15 años. Después tuvo otras preocupaciones, pero ya, sus libros, se vendían.

Cuando era joven, muy joven, 16, 17 años, caminaba, mis cabellos al viento, por los rosedales de Palermo, en mi ciudad natal y me entretenía pensando en lo que sería cuando fuera grande. A los 17 años era un pequeño atleta y lo que más me placía era verme aviador. Aviones de lujo, trajes de etiqueta, grandes titulares en los periódicos de aquellos actos sencillos de mi aprendizaje, que eran vividos por el resto de los ciudadanos como grandes proezas.

Poeta, eso me gustaba bastante, yo me lo imaginaba todo en Grecia y todo a mi favor. En esas fantasías siempre había miles de esclavos y mujeres que hacían posible con su trabajo y con su amor, la bella poesía que brotaba pura de toda determinación, sencilla, de mis labios.

Por ser poeta, en dos oportunidades arriesgué mi vida.

Una vez fue en los bajos fondos de París, otra vez, en un viejo palacio medieval encajado en el corazón de la selva amazónica.

En París demostré que la carne no existe y en la selva demostré que el corazón de la manzana, hace siglos, que está podrido.

Fui condenado a morir desnudo en medio de la ciudad, en medio, exacto, de la selva.

En la selva amazónica me salvó, directamente, el clima veraniego de la selva y en París, me salvó una mujer. Y no diré su nombre, porque su nombre es el aliento mismo de alguno de mis versos.

Después de esos dos incidentes, salvados con magistral pericia según los críticos, amaba ser viajante de comercio, embajador taciturno en grandes soledades y ahí, solía ver grandes cantidades de sangre y de dinero, mezclándose mansamente en las aguas claras del amor.

No había para mí, reposo ni sosiego. Vendedor ambulante, era expulsado de templos y pequeños pueblos, las mujeres amaban con desesperación mis desgracias.

Pensaba eso y era jinete de caballos invencibles o el amante perfecto de la mujer más bella o el inteligente navío que cruzaba sereno las costas del saber.

Vendedor de fruta al por mayor en grandes mercados internacionales, estuve más cerca de ser contrabandista que científico, y sin embargo, aquí me tenéis, blandiendo la espada de nuevos pensamientos, siendo el ejemplo vivo de lo que sería la intervención del psicoanálisis en el pensamiento contemporáneo.

domingo, 18 de octubre de 2009

Mónologo entre la vaca y el moribundo -IV-

Tal vez haya vivido equivocado los primeros 60 años de mi vida, tal vez, para poder vivir la vida que me fue tocando, tuve necesidad de creerla literaria, para hacerla posible.

Tal vez una verdad pueda cambiarse por otra verdad sin que se venga abajo ningún mundo. El amor puede transformarse en confort y el premio Nobel puede estar esperándonos, a la vuelta de cualquier esquina.

El problema, planteado a mi manera, sería el siguiente: Dentro de 21 años, matemáticamente, me darán el previo Nobel de Poesía, pero yo lo quiero antes de cumplir los 70 años, es decir 11 años antes y, me imagino, que para que ese desfasaje temporal ocurra, algo tendré que hacer de otra manera.

Escribiré una novela acerca de un hombre como yo, de los 50 a los 60 años y la novela termina cuando me entregan el premio Nobel.

Algo como el Ulises, pero con buen final, ya que han vuelto los boleros y para dentro de diez años, se anuncia la llegada del amor a la tierra.

Ya vendrán tiempos mejores, y un poeta podrá tener su plantación personal de cacahuetes o alcachofas marinas o violentas tormentas del jazmín o dulces y tercos melocotones abiertos a la esperanza o, tal vez, esa manzana verde de la doble caída.

Pecado y ciencia tocan el corazón de la manzana y nosotros la seguimos usando como fruta para después de las comidas.

Tengo tensión, tengo apetitos, hambres de milenios y, ahora, querrán conformarme con algún pedazo de queso, excrecencias de alguna vaca pastora, o la misma vaca muerta a palos y descuartizada encima de la mesa, recordando viejos rituales, donde los hombres se comían unos a otros, y eso era el amor.

Clavo sin piedad mi cuchillo contra el corazón de la vaca y la vaca muge, se desgarra de pasión frente al asesino. Yo, con precisión quirúrgica, separo grasa y nervios y le doy a mi amada un bocado de los ovarios calcinados de la vaca.

Somos libres, me dice ella, mientras se entretiene en el ruido de sus dientes tratando de doblegar las partes quemadas del universo.

Después, más ligera, haciendo de todo espejismo, una mentira, me dice con soltura:

En mí, vive una vaca magistral, que muge y asesina todo el tiempo. A veces, parece dolorida, pero nada le importa, sabe que ha nacido para ser asesinada a palos y entonces, caga por todos lados y las flores enloquecidas se comen lo esencial de la mierda y crecen aceleradamente hacia el futuro.

Mutilada dentro de una pequeña caja de amor, acompañada de un poema o bien sobre el mármol frío y desolado de una tumba, recordando que algo vive aunque el hombre muera.

Me estoy divirtiendo como hacía décadas no me pasaba, pero me doy cuenta, que esto no me ha de servir mucho para el Nobel. Una gran experiencia, un gran amor y me desgrano en pequeños versos cotidianos.

Ella trata de explicarme que ya fuimos dominados, hace algunos siglos, que hoy día se trata de otra cosa, que ya nadie pelea o quiere o desea la libertad. Que la gente normal hace costosas cosas para denunciarse a sí misma.

Mientras se dejaba caer en la cama finalizó, sin esperanzas:

-Lo peor, es que el Estado que nos controla es a su vez controlado por estados más poderosos…

Dejé caer sus palabras en el aire, porque ella misma las había dejado caer de esa manera y me detuve en claros pensamientos de aguas comestibles. Me imaginé vendiendo mi vida a una gran empresa inglesa y absolutamente convencido le dije sin rencor:

- La palabra por la palabra es tan inocente como el cuerpo por el cuerpo.

Algo consigo, pero no me doy cuenta de haber conseguido nada, por no haber conseguido de repente lo deseado. No me dejo llevar por ese vacío del alma, comienzo todo nuevamente. Vuelvo sobre huellas dejadas de lado. Invierto, parte del capital del mundo, en mis versos. Arranco del amor, estas palabras sanas, bellas y nadie me podrá decir que no he vivido.

Me toco el corazón de la serpiente y me siento vivito y coleando, hago ejercicios de respiración, como suponiendo que el viaje será largo y doy por abierta la competencia. Habrá fiestas y ancianas mujeres discutirán sobre mis orígenes:

Nació del ruido, dirá la más anciana, y es por eso que puede escuchar los sonidos más lejanos de una voz.

sábado, 10 de octubre de 2009

Monólogo entre la vaca y el moribundo -III–

He leído nuevamente “La poesía y yo” y he decidido publicarlo. He decidido, quiere decir, que me he encontrado en la lectura con una poesía que no pensaba estuviera ya escrita. Éste no es como ninguno de mis libros anteriores y sin embargo me vuelve a pasar lo mismo, esta vez tampoco sé si conseguiré convencer a algún contemporáneo del valor de mis versos. Un libro que está compuesto de una manera nada ortodoxa para mi manera de componer mis libros anteriores.

Poemas escritos hace tres años, con poemas escritos ayer, para decirlo de alguna manera. En momentos muy diferentes de mi vida el poeta urdía siempre la misma trama, atado al mandato de producir este libro no prestó demasiada atención a las vicisitudes de mi vida que, por momentos, resultaban contrarias también a la poesía y no sólo a eso, sino también, a que se reunieran en un solo libro los poemas que iba escribiendo el poeta en tan diferentes estados de mi ánimo.

Hoy frente a mí mismo el poeta ha producido el milagro, al componer con todas esas páginas un solo libro que se llama “La Poesía y yo”, y que consta de una introducción y cinco secciones.

Otra de las diferencias es que en este libro no hay, creo, ni una sola fecha, como si todo el libro se hubiese escrito el mismo día. Como si no fuese otra cosa que un instante, como si los aparentes fragmentos no fuesen sino trozos de una misma fotografía. Un hombre en los finales del siglo XX.

Un hombre alucinado, luchando (y perdiendo su propia vida en esa lucha) entre ser la pureza siempre divina del hombre primitivo (amante de una naturaleza abierta donde todo el aire era para él, y su único amo Dios) o ser el desperdicio de una sociedad en crecimiento que es lo que proponen para él, los sistemas actuales de convivencia.

No puedo, sin embargo, dejar de escribir que un hombre alucinado es un hombre que ve algo que no está exactamente pasando para todos, quiero decir un hombre alucinado, cuando lo dejan, es capaz de anticipar el futuro.

La ideología para vivir fue sostenida durante todo este tiempo por una sola frase:

Lo mejor para el amor, es hacerlo entre varias personas.

El marco teórico con el cual yo pretendía influir al poeta durante la escritura de estos poemas, y en parte creo haberlo conseguido, estaba dado por la teoría del valor y la teoría del inconsciente, algunos conceptos de la lingüística estructural y leves nociones de ese instrumento para ayudar a imaginar, que es la topología.

El poeta oponía durante todo el tiempo que duró la escritura del libro, a estas imprecisiones científicas (como él las llamaba) la vida, que en todos los casos no cabía en esa relatividad, mi propia vida que en la relación con su escritura se fue transformando hasta tal punto que llegué a creer por momentos que era yo mismo el que escribía los versos.

La vida que el poeta oponía rabiosamente a las ciencias, eran palabras, y no vanas palabras al viento, juguetes de las olas, sino una vida tan material como las ciencias, porque la vida era para el poeta sus palabras escritas.

La lucha no fue a muerte, primero porque yo no soy un amante de la muerte, y segundo porque el poeta traía esta vez intenciones de conversar. Para él no sé cómo habrá sido, para mí fue una conversación descomunal, sin saber, no solamente ahora, que ciertos dolores musculares, ciertos síntomas de impotencia que antes nunca había padecido, desórdenes incalculables para mi personalidad tanto en mi economía libidinal como en mi economía política, eran productos de instantes insoportables para mi moral durante el tiempo de la conversación.

Muchas veces abandonaba al poeta a su propia suerte, y él, quedaba arrinconado y llegué a esconderle la máquina de escribir, y dejarlo varios días sin comer, o bien cuando me imploraba que volviéramos a escribir, lo mandaba a hacer el amor con las mujeres. Cuando yo volvía por esa sensación de grandeza que él siempre me ofrecía en los encuentros, sus primeras palabras eran siempre contra mí, me mostraba claramente en un poema la mezquindad de mi mediocridad, me llamaba dos o tres veces cobarde, y después continuábamos la conversación.

A veces en los momentos que mejor nos llevábamos intentábamos hacer el amor con una mujer. Y siempre nos salía mal. Después de los primeros momentos donde la mujer permanecía anonadada frente a nuestra belleza inicial, comenzábamos a hacer con ella cosas diferentes, imposibles de ser soportadas, como en nuestro caso, por la misma persona. Yo hacía promesas. Él insistía que la única promesa posible, era no prometer. Yo la miraba a los ojos, él prefería escuchar su voz. Ella terminaba volviéndose loca y caía enamorada en brazos de alguno de los dos según las circunstancias y según la mujer, y se quedaba a veces sin mirada, a veces sin voz. Quiero decir, nunca pudimos hacer el amor juntos con la misma mujer.

Sé que esta noche sus versos me tienen encandilado, sin embargo no termino de comprender cómo fue posible. Haber dicho esas cosas del amor, haber escrito esas palabras acerca de la muerte, proponer en definitiva una nueva manera de mirar la vida de los hombres. A veces temo ser castigado. Él no teme a nada, sólo que yo le quite el soporte de toda su grandeza, mi cuerpo tembloroso. Él no sabe, porque todo lo hace sin saber, que mi cuerpo ya no me pertenece, o por lo menos está perdido entre sus letras. En estos momentos, cuando yo acabo de confesarle lo que no pensaba confesarle, él (podríamos decir) me obliga a un nuevo y definitivo compromiso. Prestar mi nombre propio como autor de su libro, ya que los poetas no tienen nombre propio, y en esas circunstancias yo fui su amigo.

Cuando comprendo la propuesta siento halago que me corresponda, a mí mismo, ser el autor de este libro, y al mismo tiempo la duda que se me otorgue tan fácilmente cosa tan grande, por la simpleza de haber vivido dentro de la misma piel, durante un tiempo, junto con un poeta.

Pregunto rápidamente ¿con qué, si nada tengo, voy a pagar semejante regalo?

No obtengo ninguna respuesta.

El libro ha quedado compuesto sobre mi escritorio.

Vuelvo a preguntar desesperadamente y el infinito silencio que me rodea pone en cuestión en mi propio nombre, mi propia vida. La poesía queda a salvo. Él, ha partido.

domingo, 4 de octubre de 2009

II – UN ENFERMO CURADO POR EL PSICOANÁLISIS

Querida vaca, yo también soy un enfermo curado por el psicoanálisis.

Felicitar, felicito a todo el personal y el que no se sienta incluido que pida una sesión más por semana o, por lo menos, que la pague.

Yo, por mi parte, me declaro vencido.

¡Cómo me duele declararme vencido!

Nunca pensé que fuera a doler tanto, pero no quiero ya resistirme más. He sido vencido.

Antes de morir veré una luz pero será pequeña.

Este siglo fui vencido

por el Estado

por la Iglesia

por la burguesía

por el proletariado

por la Mujer, en general,

y cada una en particular

por mis padres

por mi mujer

por mis hijos

por la muerte, por la vida.

Este siglo HE SIDO VENCIDO

por el amor

por el odio

por la venganza

y fundamentalmente por los medios de difusión.

Eso, me declaro vencido por los medios de difusión.

Ejemplos de mi rendición:

Yo, Miguel Oscar Menassa, poeta, de madre nieta y bisnieta de araucanos, Lautaro entre otros, y de padre árabe descendiente directo del inventor de la palabra amor entre los árabes.

Yo, a quien, en verdad, sólo le interesa su próximo encuentro amoroso, me doy cuenta que ustedes (los medios de difusión) son unos genios, han conseguido en 20 años lo que algún yo ambiciona hace más de 500 años sin conseguirlo, lo que yo mismo sigo ambicionando: ser alguien importante para las personas con dinero, esos ángeles que hacen posible la respiración, esos pilares que permiten cierta perdurabilidad de cierto arte. Gracias, perdón y gracias…

La vaca, agitada, no tuvo fuerzas ni para mugir…

Enfrentado, ahora, querida vaca, al Secretario de Salud Pública, en lugar de insultarlo como un estúpido, le felicitaré, le besaré los huevos por prohibir los medicamentos a los enfermos, ya que de esa manera aumentará la demanda de psicoanálisis.

Gracias, Señor Ministro, que creo que es una Mujer, por las dudas lo fuera, retiro todo lo dicho y pongo en su lugar estos inolvidables versos de amor.

Nada te di, nada me debes, sólo puedes amarme.

Ya nunca más me burlaré de la justicia.

Si está prohibido enfermarse, no enfermaré.

Corregiré el destino con palabras amadas,

desviaré todo fracaso en letras de oro,

inventaré un amor entre el Poeta y la Ministra.

Y algún día romperás las cadenas que te atan

y querrás volar como un pájaro en libertad

y no tendrás alas y no habrá ningún viento

y yo te salvaré como se salvan grandes amores

y volaremos juntos en algún verso inolvidable:

Nada tomé, nada te debo, no puedo ni amarte.

miércoles, 30 de septiembre de 2009

Monólogo entre la vaca y el moribundo -I-

Basta de versitos, pibe,
me dijo la loca de Buenos Aires.

Basta de versitos, majo,
me dijo la gordita del café Gijón.

Yo me lo pensé bien más de dos horas,
después, sin ser un guapo, se podía
mentirle a la verdad, soñar de día.

Les dije
cuando quedaron juntas a mi lado,
a cada una por separado, la verdad:

SI NO QUIEREN VERSITOS,
entonces, POESÍA.

Y aquí me tenéis,
avivando giles,
dejando que un chalao
se lleve el gato al agua.

Con la pluma insensata
de las habladurías
yo contaré la historia:
Será en verso, amañada,
torpe en la encrucijada,
de tener que asegurar algo.

Una historia
que no entrará en la historia,
un porvenir que no veré surgir…

Y no es que esté cagado de miedo
o asustado que un tango
que bailé en Andalucía,
pueda matarme acaso antes del 2030,
pues si hablaba del tiempo,
un futuro cercano me inquietaba.
Después de todo esto, vaca querida,
no sé si habrá dinero para el amor
los próximos veranos.

Después, también, vi diamantes y corzas
que hacían de la luz y de volar duendes,
oscuras formas del saber entre fantasmas.
Yo lo sabía, habría de tocarme algo pequeño:
Antes de gozar había que ayudarle a crecer.
Tenía que dar la vida antes de poseerla.
Al instante de poseerla dejarla volar,
porque sin ella volando de un amor a otro amor,
enloquecida, fatal, fantasma enamorado
ningún diamante brillará sin sus labios,
ninguna corza volará sin su libertad.

jueves, 6 de agosto de 2009

La poeta argentina Norma Menassa regresa a Buenos Aires

"Lo que vendrá"




La Escuela de Psicoanálisis y Poesía Grupo Cero
para homenajearla antes de su partida
ha organizado un recital de poesía
en el que participarán los integrantes
de los Talleres de Poesía Grupo Cero.

El próximo viernes, 7 de agosto de 2009, a las 20.30h


Lugar: GRUPO CERO - c/ Duque de Osuna, 4 - 28015 Madrid
(Metro Plaza de España)


- Entrada libre -

martes, 14 de julio de 2009

Recital de poesía de la poeta argentina Norma Menassa. Colegio Mayor Argentino Nuestra Señora de Lujan. Domingo 19 de julio a las 19 h.


POEMA DE LAS TARDES

En este banco de piedra una paloma deja una pluma negra
y emprende el corto vuelo hacia el cuadrado de su celda
que habita el monasterio,
velando con el humo del incienso
los techos de las casas que se enriquecen de ninfas
e inocencias perdidas en el murmullo de las oraciones.

A través de cristales helados y pies fríos
ensaya la soledad, azules estremecidos que no alcanzan
a transformar el desatino.

Ni una limosna mas y quiero que me olvides.

Mientras la orquesta llena el aire de Aranjuez y de Bolero
y la tierra se abre en redondo de escenarios
para que dance sobre la punta de las horas abolidas
mirando con fijeza la estrella inalcanzable que nunca titubeó,
y arrastra al pensamiento sin custodias
al inolvidable momento de la historia
donde el tiempo se atavía de fantasmas.

Me ordenabas cantar desde la lejanía
y desobedecía desde el oscuro enjambre de las sombras
y en vez de la garganta y de las cuerdas
abría los cartílagos del aire en lenta inspiración
y el aire era un aroma de rosas encendidas
que apagaban su fuego en el otoño,
amarillo vitral ahora enrojecido de perfumes profanos
acunando a la niña exiliada de la fiesta,
que llora de maldad y desata sus trenzas de metal
imitando las maneras feroces de caer
como el oro licuado despreciando la frialdad y los reflejos,
provocando a los astros.

Un demonio me arrastra al crimen imperfecto
y me somete al siniestro sobresalto olvidando los perfumes ofrendados
y esa mano que deseaba tocarme sostiene el sacrilegio
de un espejo estallado,
impura desnudez buscando la noche en la severa fuente de los sueños.

Pero... quieres tocarme?
si es por mí y para mí el perfume de rosas,
si es que mis jardines tienen un destino de abismo encandilado
de una antigua luz, de una tierra primera, de un sombrío mortal,
nacido en la monótona patria malmirada de dioses
lejanos al horror, que ignoran el misterio y no entienden mi ira
rompiendo los diamantes y toda pedrería.
Diadema destruida, que enaltecida
deja solo el pavor secreto de la carne
mientras la pluma negra del pájaro se olvida
y el vuelo pertenece al cielo y aunque estoy aquí,
y aunque quieras tocarme,
y aunque seamos dos, no tendrás esta Reina,
sólo el genio del mal no tiene sombra.


NORMA MENASSA
Argentina, 1938

sábado, 11 de julio de 2009

"Llegó borracho el corazón" de Norma Menassa

LLEGÓ BORRACHO EL CORAZÓN

Llegó borracho el corazón esta mañana,
atravesando ráfagas de cansancio,
y abusando de la vida más humana
diagramó el gran engaño.
Una nube bajó y existió entre nosotros
envolviendo figuras arrastradas por masas
de viento húmedo corriendo sin prisa,
entre los apresurados fantasmas vestidos de pobreza
que iban y venían sin saber lo que hacer,
en esa enloquecida ciudad abatida por
las grandes capitales que ordenaban matar.

No había orígenes precisas
pero los cuerpos se arrinconaban, se juntaban,
formando bultos de trapo y estopa,
donde el amor huía aprovechando las hendijas,
y el tablero de sombras diagramaba
la partida final, el jaque mate histórico
donde la reina de plata sucumbía
dejando en mis oídos el seco toc
como un sonido sin ecos,
que cruzaba el espacio del aburrimiento.

Yo me buscaba en destinos ignorados
y sólo me quedaba entre las manos
un olor de metrallas, hierro y sangre
latiendo el pan con cólera y tristeza.

Una entre muchos
y millones venían arrastrarme
y era un remo luchando con el agua
buscando en su debajo el oro líquido
el vino de la misa para todos
curando las gargantas,
aliviando el dolor con sacramentos,
haciendo un atropello con la angustia
y la moral estética,
enamorando almas,
rodillas florecidas
cayendo al piso de borrachas
sin talla de malicia.

sábado, 4 de julio de 2009

Recital de poesía de Norma Menassa. Colegio Mayor Argentino "Nuestra Señora de Luján" el 19 de julio de 2009 a las 19 h

DESPUÉS DE LA FIESTA EL ÚLTIMO COMPÁS

La puerta se cerró,
y el último invitado dejó su capa de marfil
tendida en la brisa que acariciaba los cabellos.
Lo inefable se posó a la altura de las sienes
y por un instante no quedaron más palabras para ser creadas,
porque el viaje se extendía ahora más allá de los sueños.

Abría en el espacio los brazos en cruz
para medir los años que pasaron
y era una danza inmóvil que no medía nada.

Toqué todas las frentes con mis manos,
y descansé en los lóbulos que mentían una inteligencia congelada.
Nadie sabía de la almendra en su sentido rancio
pegado a lo innombrable, tejiendo el blanco de las lunas
cuando la noche no bastaba.

Y tuve todo el bien y todo el mal.

La tierra se movía con su edad para empequeñecerme,
y el alma ávida de riesgos se abrió como una retina
a luces invisibles que giraban en órbitas veloces,
y el tiempo metido en el espacio
me separó del cuerpo como a un recién llegado,
y esperé solamente volver al punto de partida,
agujero de un abismo gritando lo imposible,
rojo del cielo antes del alba pintándome los labios,
frío del bronce soplando el último compás,
cuerno del ciervo perdiéndose en los ecos,
acantilados submarinos cerrándose en mi boca.

lunes, 29 de junio de 2009

"Pertenezco" de Norma Menassa Chamli

PERTENEZCO

Qué vuelve en mí en esta noche de tinieblas,
qué canción no cantada, que grito extraño
guarece al animal que tiembla de furia y de venganza.
Dónde anidan las alas de marfil del pájaro nocturno,
aquel que viene a alivianar las mezquindades,
los falsos campos de batalla.
Estoy aquí, sin ocuparme de rosas ni canteros,
con el viento del sur moviendo las espumas de jade del Océano
y arrastrando basuras de dioses inventados,
en este instante de la sombra,
haciéndome testigo de la luna que sin pudor
me muestra su belleza desmayada.
Qué vuelve en mí en este páramo del tiempo,
qué leyenda del sueño envuelta en el suspenso
me vistió de inmensidad y me arrojó al inicio,
ese del que no se sabe nunca nada.

Desde mi fe de errante,
soñaba la quietud imposible de una cicatriz
y vivía en la estría de mi piel que impoluta atestiguaba
en contra del tiempo transcurrido,
sorda al gong del bronce que anunciaba
que había que salir al cuadrilátero.

Quién mide en el espacio perspectivas de lejanías oscuras,
entre humaredas donde se incendia el tiempo de mi vida,
lejos de los atributos del papel y casi sin honores.

Ninguna cifra a la altura del corazón cifra el encuentro opaco
de esta hazaña terrenal con Dios
que mete la cabeza en el morral para no dar respuesta.


Tampoco vi pastores conduciendo el futuro,
pero estuve aquí, alguna vez estuve,
avanzando en la tormenta por esas largas llanuras
chorreando ese lenguaje desparejo de las razas mas allá del color,
hombre-mujer, riqueza incalculable, pequeña horda de los astros.

El cielo se vistió de califa y repartió mujeres que habitan todas las edades y los sexos, y el hombre se lavó en el vino de la noche el polvo de sus pies, la historia del camino.

¿Quién pasó por aquí?
¿Qué andar de peregrino se detuvo a beber de las piedras que cubrían el fondo de la fuente?
¿Quién tomó de la corteza el ámbar y colgó la resina tallada en la planicie de mi pecho?

Alabanzas se elevan y descienden
marcando la alianza con la tierra.
Terráquea sí y extra-terrestre,
me encuentro en la canción azul,
más allá del cenit,
en el vergel del tiempo, iluminada de lavanda.

martes, 16 de junio de 2009

Televisión Grupo Cero. Martes a las 20 h "Los poderosos preguntan"

Los martes a las 20.00 h (hora española) los poderosos preguntan y Menassa responde.

Televisión Grupo Cero

Para poder verlo hay que acceder a la siguiente dirección:

www.helloworld.com/grupocero. Una vez en la página hay que pinchar donde pone Live! (situado arriba, a la derecha de la página)

Una vez que se abre pulsar Play.

jueves, 21 de mayo de 2009

Después de lo de mi madre y el psiquiatra, llevé a Jesús a caminar.

Salimos a caminar Jesús y yo, íbamos paseando y no sé cómo, me di cuenta de que nos encontrábamos frente a la puerta de la Comunidad, perdón, quería decir del Hospital Psiquiátrico, donde mi madre y su novio, el psiquiatra, estaban internados desde hacía unas horas. Me detuve y Jesús me preguntó ¿por qué nos detuvimos? Le dije: -Te tengo que pedir un favor. Y Jesús me contestó con una seguridad insultante: Ya te hice un favor ayer en tu casa.
-Por favor, Jesús, es que no soporto que mi madre esté internada en un Hospital Psiquiátrico, quiero que hagas un milagro y la liberes.
Esta vez, él me respondió sin contemplaciones:- Ya hice un milagro en tu casa.
Por favor, Jesús -lo miré directamente a los ojos- : no puedo soportar la idea de mi madre internada en un lugar para locos. Entonces, Jesús movió la cabeza de un lado para otro y me preguntó ¿Y al psiquiatra también quieres que lo libere?
La pregunta de Jesús me paralizó. Pasaron por mi mente imágenes donde yo aparecía pequeña, caminando de la mano de mi padre, y pensé que si no hubiera sido por Jesús el tipo este me hubiera internado a mí.
Agaché la cabeza mirando al suelo, algo avergonzada por lo que iba a decir y casi sin voz, emocionada, le dije: No, al psiquiatra no quiero que lo liberes…

sábado, 16 de mayo de 2009

Jesús no aparecía y yo no podía creer lo que pasaba.

No podía creer lo que estaba pasando. Y lo que más me sorprendía era mi incapacidad de aprender de los errores, mi madre siempre había hecho lo mismo. Yo le confesaba algún pequeño desliz infantil, y ella corría a contárselo a mi padre, que terminaba castigándome. Había vuelto a hacerlo otra vez, sólo que la metedura de pata era ahora mayúscula, porque ya no se trataba de mi padre, sino del Jefe del Psiquiátrico, el tal Velasco, que parecía no tener otra misión en la vida que internarme a toda costa.
Estaba realmente asustada, casi desesperada. Pensé: Jesús, ¿es qué no vas a venir justo cuándo más te necesito?
Y esta vez, Jesús apareció, pero no lo hizo como acostumbraba, así, de pie, frente a mí. Esta vez, no se posó en el suelo, sino que se puso a dar vueltas alrededor del psiquiatra y de mi madre, que perplejos se miraban el uno al otro. ¿Tu ves lo que yo veo Evangelina?, le preguntó el Dr. Velasco a mi madre. Creo que sí, querido, Jesús está volando alrededor nuestro.
Mi situación había cambiado de forma drástica, ahora era yo la que tenía la sartén por el mango. Ambos me miraron, y preguntaron casi al unísono. Bella ¿tu ves lo que nosotros vemos?
Yo sentí una satisfacción inconocida, y con una sonrisa algo burlona contesté: ¿Qué? Yo no veo nada.
Entonces Jesús descendió de los cielos y apareció vestido elegantemente con un traje gris, se acercó hasta el teléfono y sin marcar ningún número ( o al menos yo no pude percibir ningún movimiento de sus manos) se comunicó con el hospital psiquiátrico y le dijo al psiquiatra de guardia: Tienen aquí un caso claro de folie a deux o delirio compartido, envíen inmediatamente una ambulancia….

viernes, 15 de mayo de 2009

No pude parar de llorar.

No pude parar de llorar. Y me arrastré por la casa y hasta creo que golpeé con mis puños las paredes y Jesús no aparecía y mi madre había muerto y yo, tan sola, también moriría ahogada en mi propio llanto.
De pronto unos golpes en la puerta me hicieron correr hacia la entrada de la casa sintiendo que esta vez sí, era Jesús, que apiadándose de mí, había venido a consolarme.
El susto que me di al abrir la puerta fue muy grande, mi madre acompañada por el Dr. Urrutia Velasco, Psiquiatra Jefe del Hospital Central, amante de mi madre.
Estaba al borde del desmayo.
Tambaleante, los hice pasar al salón y me metí en el cuarto de baño a mojar un poco mi cara y refrescarme.
Mientras tanto, mi madre le preguntó al médico:
-Y, ahora, ¿dónde se ha metido esta chica?
Y el bestia del médico contestó:
-Déjela, se estará drogando.
Cuando volví a entrar en el salón, mi madre le preguntaba, con cierta inquietud, a su amante psiquiatra:
-Y ahora, ¿qué tenemos que hacer?
A lo cual el psiquiatra contestó:
-Esto se arregla fácil con una internación, en 15 días está como nueva.
Yo intervine para decir:
-¿De qué están hablando?
-De ti, nena, de ti estamos hablando –contestó, mi madre, mirándome.
-El Dr. dice que estás muy enferma, que conviene internarte.
-¿Y cómo sabe el doctor que estoy enferma si no me revisó?
Y mi madre, haciendo un gesto con sus manos sobre su cabeza como indicando que yo estaba loca, me dijo:
-¡Las cosas que dices, nena!
-¿Y qué tienen de malo las cosas que digo?
-Hija... decir que estás enamorada de Jesús, el hijo de Dios, ¿te parece normal?
-Pero mami, no todo lo anormal es locura, además, Jesús existe.
-Sí señorita - intervino el psiquiatra- todos sabemos que Jesús existe, lo novedoso y algo delirante es que se ponga de novio con una mujer común.
-Tenga cuidado con lo que dice que yo no soy una mujer común, soy ingeniera, escritora y la novia de Jesús. ¿qué le parece?
- >A mi me parece que usted está un poco trastornada, que lo mejor es internarla...

domingo, 10 de mayo de 2009

Estaba algo desesperada, de un lado a otro de la casa, parecía la pena negra de Lorca...

Estaba algo desesperada, de un lado a otro lado de la casa, parecía la pena negra de Lorca.
Sonó el teléfono con estridencia. Corrí pensando que a lo mejor Jesús se había decidido a usar el teléfono, levanté el auricular y pregunté ansiosa:
-¿Sí, quién es?
Imaginad la sorpresa cuando del otro lado la voz de mi madre, valiente.
-Hija mía, ¿dónde te has metido? Hace un montón de tiempo que no sé nada de ti.
Yo tratando de recomponerme:
-Es que ahora soy escritora. Y, además, estoy enamorada.
-Ah, ¿sí? Hija, cuéntame.
-Mira, mami, esto que me pasa no me había pasado nunca.
-Qué, ¿has dejado de trabajar?
-No, eso no, pero es lo único que hago…
-Pero, hija, qué te ha pasado.
-Que ya te dije mamá, estoy enamorada…
-De quién?
-De Jesús, mama…de Jesús
-¡Cómo, hija! ¿De qué Jesús?
-Jesús, mamá, Jesucristo, el hijo de Dios.
El grito que pegó mi madre y los ruidos de ella cayéndose y el teléfono dando contra la mesita de cristal y luego como final un ruido sordo, como la cabeza contra el piso; me inquietaron de tal manera que comencé a llorar desconsoladamente y la imagen de la cabeza de mi madre chocando contra el mármol frío y callado del salón de estar, invadían mi mente sin descansar y me hacían llorar desconsoladamente.

viernes, 8 de mayo de 2009

SEGUÍAMOS SENTADOS CON JESÚS EN EL RETIRO...

Seguíamos sentados con Jesús en el banco del Retiro. Nos mirábamos, nos sentíamos. Parecíamos dos personas enamoradas. El primero en hablar fue Jesús:
-¿Todavía tienes ganas de que te cuente la conversación con mi padre?
-No, bueno sí, la puedes resumir en tres frases. Hablemos, cuando estuvimos ese instante en silencio sentí que te amaba pero, por favor, hablemos, no dejemos que venga el amor a perturbarlo todo. Te escucho, Jesús, te escucho…
Jesús estaba muy impactado por mis palabras, tímidamente dijo:
-Bueno, te cuento…
Y ahí le recordé que en tres frases.
-Una, me prohibió meterme dentro tuyo para conocerte. Dos, que si me quiero quedar en la tierra contigo, no puedo volver más al cielo. Tres, Si vuelvo al cielo me crucifican.
-Y qué más…
Jesús dijo:
-Me dijiste tres frases, ahí están.
Y ascendiendo las manos, desapareció.
No me enfurecí ni nada de eso, me levanté tranquila y caminé tranquila rumbo al trabajo.

domingo, 3 de mayo de 2009

La reacción de Jesús consistió en mover sus manos hacia arriba.

La reacción de Jesús consistió en mover sus manos hacia arriba.
La reacción de Jesús consistió en mover sus manos hacia arriba y apareció a mi lado los dos en la ramita. Lo primero que se me ocurrió decirle fue:
-Jesús, por favor, que nos vamos a caer.
Le di pie para me intentara educarme y me dijo:
-Mira, que eres asustadiza, no sé si soportarías volar.
Mientras tanto, las cámaras de T.V. y los periodistas con micrófonos querían enterarse de lo que estábamos hablando ahí, los dos juntos, sin tocarnos, pero muy juntos, en una ramita muy pequeña que podía romperse en cualquier momento.
Le dije a Jesús:
-Haz algo, por favor.
Y él me respondió cruzándose de piernas como si estuviera sentado en un sillón –me dijo:
-Algo ¡de qué tipo? Algo ¿en qué sentido?
Y se quedó mirándome, creo que con altanería.
Bajando mi cabeza para culpabilizarlo, le dije:
-Que me trates como una ignorante me humilla. Además, si supiera de qué tipo, o qué, no te lo andaría preguntando y perdiendo tiempo, justo, en esta situación de peligro.
Jesús me tendió una mano y comenzamos a volar. Pero no volamos al confín del universo o al abismo supremo, no. Jesús, se entretenía en volar alrededor de la gente, la policía, los bomberos y 30 ó 40 periodistas.
-Jesús, deja de jugar y llévame a casa.
-Por favor, Bella, sonríe a la muchedumbre y saluda que están por aclamarte.
Sonreí y saludé y ahí la muchedumbre enloqueció.
-Milagro, milagro, milagro. Gritaban, como bestias despojadas de pudor.
Yo me sentía muy fuerte volando de la mano de Jesús alrededor de la chusma, y como no se tranquilizaban tuve una idea. Jesús, les hizo callar y yo les dije:
-No es ningún milagro, señores, estamos enamorados, eso es todo.
En menos de dos minutos habían desaparecido todos… Jesús me bajó lentamente y nos sentamos en un banco del Retiro a conversar.

sábado, 2 de mayo de 2009

YO ESTABA ENCIMA DE LA ULTIMA RAMA DEL ARBOL MAS ALTO...

Yo estaba encima de la última rama del árbol más alto del Retiro.
Le hacía señas a Jesús para que me ayudara a bajar. Jesús hacía que no me veía llamarle y cambió su túnica por un traje de casimir inglés y unos zapatos relucientes.
Yo encima del árbol comencé a sufrir y entonces gritaba, gritaba muy fuerte.
-Por favor, Jesús, Jesús, ayúdame a bajar.
Jesús mientras tanto sin hacer caso de mis gritos, hablaba con un policía y levantaba las dos manos para indicarle al policía mi posición.
El policía se acercó al árbol y comenzó a correr y tocar el pito de una manera escandalosa y tocaba el pito o silbato y gritaba:
-No se tire, no se tire.
Y tocaba el pito y se acercaron al lugar, dos ambulancias, el camión de los bomberos y muchos fotógrafos de la T.V. y diarios.
Uno de los periodistas de T.V. que me había hecho una entrevista sobre los edificios que había construido el Sr. Bush y que se venían abajo, casi sin explicación, me reconoció y comenzó a gritar mientras me apuntaba con la cámara:
-Es la Ingeniera Jefa Bella de día.
Yo saludaba desde lo alto y el periodista me preguntó:
-¿Qué tal está, ingeniera, cómo se siente? Y yo le contesté:
-Livianita, me siento muy livianita, como una hoja al viento.
Y el periodista gritando para que yo lo escuchara.
-Usted siempre tan poética, ni el peligro la enmudece.
Yo no aguantaba más y como el periodista era el único que me prestaba atención, le dije en voz muy alta.
-Por favor, dígale a Jesús que me baje, por favor…
Ahí fue cuando Jesús reaccionó

lunes, 20 de abril de 2009

AHORA A VOLAR, LE DIJE A JESÚS...


Ahora a volar, le dije a Jesús y él moviendo la cabeza de derecha a izquierda y de izquierda a derecha me dijo:
-No, Bella, primero te cuento la conversación.
Y yo, desafiante le dije:
-No, Jesús, primero vamos a volar, después me cuentas la conversación.
Y Jesús como queriendo cambiar de conversación me preguntó ¿Tú siempre eres así?
-No, me pongo así cuando me contradicen con insistencia.
Y Jesús no tuvo cosa mejor que decirme:
-Así que eres caprichosa, una niña caprichosa.
- Así que una nena caprichosa, cuando estoy construyendo un puente si no hacen como yo quiero, se viene abajo el puente ¿entiendes, sabiondo?
Y Jesús, que ese día estaba de lo más humano, me respondió:
-Sí, entiendo que con tus empleados seas así, pero yo soy Jesús y no trabajo a tus órdenes, así que primero nos sentamos a conversar y luego, si todavía tienes ganas, volamos.
Habíamos llegado, caminando, casi sin darnos cuenta hasta el Retiro. Con sus caminitos siempre iguales y sus árboles gigantescos.
Yo no toleraba que Jesús quisiera educarme, así que tomándolo de la túnica, como para besarlo, le dije:
-Quiero volar, quiero volar.
Y lo zarandeé un poco. Jesús muy sorprendido me dijo:
-Bella, que me haces daño.
Y yo, le contesté gritando:
-No me importa, tú también me estás haciendo daño.
De golpe Jesús parecía enfadado cuando me preguntó tres veces seguidas:
-¿Quieres volar? Así que ¿quieres volar? Dime ¿quieres volar?
Y yo contenta a más no poder por haberlo vencido le dije cariñosa:
-Sí quiero volar.
Jesús tomando mi mano, parecía que cariñosamente, dijo en voz alta, mientras movía su mano como en un baile:
-Quieres volar, pues vuela.
Y salí volando, y la falda se levantaba y me tapaba los ojos y yo le mostraba el culo a todos los visitantes del Retiro y como no veía nada quedé enganchada en la última rama del árbol más alto del retiro.

sábado, 18 de abril de 2009

CLARO, JESUS, TODO SE HACE SIEMPRE CUANDO A TI SE TE OCURRE…

Claro, todo se hace siempre cuando a ti se te ocurre, ahora no tengo ganas de volar, me estoy dando cuenta que eres amoroso y a la vez un poco autoritario, ten cuidado que eso no nos gusta a las mujeres.
Jesús me miró, largamente, y mirando por encima de mi cabeza en dirección al cielo me dijo:
- Hay algo que le guste a una mujer, a ti por ejemplo, que no haya salido de su propio vientre.
- Ten mucho cuidadito con lo que dices que yo nunca tuve hijos, bueno hasta ahora.
- Hijos no habrás tenido en tu vientre, pero tienes ideas, sentimientos encontrados, caprichos, engreimientos., direcciones `previstas para todas las situaciones. Conmigo cada vez que no pienso como tu, o actuó de manera no esperada., te enojas, pones caras, hasta eres capaz de insultarme.
- No aguante más y no quise que siguiera enumerando mis defectos y poniendo cara de enojada le pregunté
- Y tu cómo sabes todas esas cosas de mí, no habrás utilizado tus superpoderes para meterte dentro de mi alma... eso si que no lo aguantaría, una cosa es que me leas los pensamientos pero cuando pienso y otra cosa muy distinta es saber como soy sin que yo te lo diga.
- Yo me guío por lo que haces o piensas cuando estamos juntos,.además meterme adentro tuyo para estudiarte lo tengo prohibido.
- -Bueno no empecemos otra vez con historias... Jesús me interrumpió para decirme.
- No son historias, me habías pedido que te contara la conversación con mi padre el día de la tormenta en el balcón de tu casa, ¿ te acuerdas ?...
Yo ya estaba muy nerviosa, Jesús nunca perdía su calma celestial y entonces le conteste.
- Si me acuerdo o que te crees que tengo una enfermedad mental. Mira no quiero decirte nunca más lo que te voy a decir, nunca me olvido de lo que me prometen.
- Bueno yo tampoco me olvido de lo que prometo, pero es que nos liamos con una cosa con otra que no hubo oportunidad ni tiempo para contarte la conversación con mi padre. Así que nos sentamos y te cuento aquella conversación.
Y yo que me sentía muy rara le dije mirando en dirección al cielo.
- - Pero no era que ahora iríamos a volar ?

lunes, 13 de abril de 2009

SEGUIMOS CAMINANDO CON JESUS PERO YO ESTABA MUY ALTERADA

Seguimos caminando, con Jesús, pero yo estaba muy alterada. El me había hecho volar pero yo había volado, la idea que más me presionaba que casi no podía caminar era si yo ahora tenía el poder de volar o había sido sólo un instante de locura o sin él a mi lado yo el único poder que tenía era el de escribir y los atributos que me concedían mis estudios y mi trabajo.
Caminaba muy despacito y luego aceleraba el paso con una sola idea, la idea que tenía de los aviones, que corrían, corrían y luego se elevaban, pero nada, casi al borde del enojo lo increpé a Jesús.
¿He volado, o no he volado? Y el tranquilamente me contestó,
-Has volado.
Fue entonces cuando elevé mis brazos hacia el cielo y pegando un gran salto hacia arriba intenté volar,. Caí pesadamente al suelo y Jesús esta vez no hizo nada para detener mi golpe contra las baldosas de la calle, caí de rodillas y aprovechando mi posición y que Jesús se elevaba a mi lado me abracé a sus piernas y llorando como una magdalena, llorando le pedí. le rogué.¡:
-Quiero volar, quiero volar como tú, por favor hazme volar. Y Jesús con mucha parsimonia me dijo
_ Primero te curaré las rodillas que las tienes todas lastimadas. Se arrodilló también él a mi lado y con una suavidad extrema pasó sus manos por mis dos piernas lastimadas. A medida que desaparecía la sangre y el dolor y mis piernas retomaban su color habitual yo me ponía muy, muy cachonda e intentaba besarlo y él me dijo tranquilamente :
-Ahora vamos a volar

sábado, 11 de abril de 2009

CAMINABAMOS UNO AL LADO DEL OTRO SIN MIRARNOS, YO LO MIRABA DE REOJO

Caminábamos uno al lado de otro sin mirarnos, yo lo miraba de reojo, él de vez en cuando sonreía levemente, de golpe, una pregunta terrible se me cruzó y sin pensar, se la hice:
¿Por qué no te vuelves al cielo? Y él me contestó rápidamente:
Porque no puedo
¿Cómo que no puedes?
No puedo, no, no puedo.
No me vaciles, ¿me haces el favor de decirme por qué motivo no vas a poder volver al cielo?
Hubo algo que no te conté de la conversación con mi padre.
- Qué, ¿también mentiroso? Y aceleré mi paso, él me seguía a cierta distancia. No podía ver mi cara, pero yo estaba sonriente, me hacía mucha gracia que Jesús mintiera como todos los mortales, traté de ponerme seria y me di vuelta y le dije como severa:
- MENTIROSO
- Y comencé a correr como una chiquilla a toda velocidad, pero con el asunto de los superpoderes él ya estaba esperándome en la esquina Yo hice como que no lo veía y me lo llevé por delante, nos caímos los dos al suelo pero él esta vez hizo algo para que yo no me golpeara. En ese momento sentí una gran ternura hacia él, pero igual le volví a preguntar
- ¿Por qué me has mentido?
- No te he mentido, no te he dicho toda la verdad, considerando que tu eres muy sensible.
- ¿Cómo de sensible?, ¿acaso tú me conoces en profundidad?
- No, no te conozco en profundidad pero tú eres muy sensible.
- ¿Y de qué se trata eso que me haría tanto daño?
- Jesús no me contestó y comenzó a caminar, ahora era él el que caminaba adelante y yo lo seguía a unos pasos, de golpe Jesús se dio vuelta me miró muy seriamente, creo que a los ojos y me dijo:
- ¿Y tú por qué me preguntas porqué no me voy al cielo es que no soportas que viva en la tierra?, que si aparezco porque aparezco que si desaparezco porque desaparezco, eres muy sensible.
- Porque no te dejas de rollos y me cuentas toda la verdad, toda la verdad y me comencé a reír que no daba más, me sentía una madre gritándole a su hijo pequeño por que le había mentido
- Jesús comenzó a reír francamente y nos abrazamos por primera vez. y me tomo en sus brazos y me lanzó hacia arriba unos 20 metros y yo no caía sino que descendía como volando cuando terminé de bajar y estaba otra vez a su lado le pregunté inquieta,
- ¿me estás transmitiendo algunos superpoderes? Y Jesucristo sonriendo me dijo.
- Bueno, si tu lo dices…

jueves, 9 de abril de 2009

DESPUES DE LA ÚLTIMA CONVERSACIÓN CON JESUS…

Después de la última conversación con Jesús me impuse no llamarlo nunca más.
Pero nada era fácil para mí, perdí casi completamente el apetito y cada vez que quería dormir no podía conciliar el sueño o peor aún en cuanto me quedaba dormida me despertaba casi inmediatamente sobresaltada y antes de soñar nada.
La idea surgida en la última conversación de poder transformarme en el Llanero Solitario o Robin Hood en la época actual y acompañada de los superpoderes de Jesús, me volvió completamente loca.
Mi esbelta figura se fue descomponiendo. Sin comer, sin dormir, sin escribir y sin ir a trabajar, comencé a sentir que podía morirme ahí, sola, sin amor, ni ilusiones y todo porque la idea de utilizar los superpoderes de Jesús como si fueran míos, me había enloquecido y por momentos, sentía que para siempre.
Me miraba en los espejos de la casa a cada instante, y al verme tan fea, tan desmejorada, con arrugas, las tetas un poco caídas, mi espléndida cabellera enmarañada y sucia, un día me dije, se terminó, lo llamo y listo, me uno a él para toda la vida, me someto a sus superpoderes y entre los dos salvamos la humanidad o, por lo menos, la equilibramos.
Después la sola idea de someterme a alguien y para toda la vida me volvía loca. Y, entonces no lo llamaba, intentaba masturbarme para olvidar y no podía, trataba de leer lo que había escrito y me volvía más loca, llegué a darme la cabeza contra el espejo del baño.
Cuando vi la sangre exclamé: ¡Por Dios, Jesús!
Y Jesús apareció detrás de mí, me puso las dos manos, una en cada hombro, y me dijo:
-Aquí estoy, Bella.
Y vi como la sangre desaparecía, la herida se cerraba sin dejar ninguna marca en mi frente, la piel se estiraba, las tetas se me levantaban un poco, recuperé los kilos perdidos y el pelo lacio y hermoso como a mí me gustaba y me sentí la mujer más feliz del mundo.
Jesús interrumpió mi éxtasis frente a mi propia imagen y me preguntó:
-¿Me necesitas para algo, Bella.
- No, te llamé de casualidad pero me hace muy feliz tu presencia.
-Entonces me quedo.
-Sí, claro, por supuesto.

lunes, 6 de abril de 2009

ME DOLÍA UN POCO LA CABEZA, QUE NUNCA ME DOLÍA

Me dolía un poco la cabeza, que nunca me dolía. Le dije a Jesús que quería dormir un rato y que después quería hablar seriamente con él.
Se acercó cariñosamente y me puso la mano en la frente. Sentí un alivio infinito no sólo en la cabeza, de cualquier manera le dije que quería descansar un poco.
Jesús me dijo: Bueno. Y yo me fui a acostar.
Me acosté toda vestida, me tapé los pies con una manta, regalo de mi tía abuela Carolina del Norte, pero no pude dormir.
A los veinte minutos me levanté y fui hasta el salón. Jesús seguía sentado. Le dije un poco bruscamente:
-O me cuentas la conversación que tuviste con tu padre en el balcón o no quiero verte nunca más.
Jesús preguntó: ¿El día de la tormenta?
-¡Qué! ¿Conversaste otra vez con tu padre y no me dijiste nada?
-No, no, sólo el día de la tormenta.
-¿Qué te dijo?
Jesús se levantó del sillón, comenzó a caminar, yo creo que nervioso, dando vueltas alrededor de la mesa de malaquita verde.
-¿Estás nervioso? Le pregunté.
-No, tengo miedo que te pongas nerviosa tú.
-¿Y por qué yo me tengo que poner nerviosa si el que tiene que hablar eres tú?
-Tengo miedo que no soportes o que te tomes a mal la conversación que tuve con mi padre.
-No te hagas el campeón que aquí en España somos todos campeones, así que habla.
Jesús me dijo:
-Ah sí, ya me enteré de que ganaron la Copa de Europa.
-No desvíes la conversación con cualquier excusa, a ver ¿Qué te dijo tu padre?
“-Hijo mío.
-Sí, papá.
-¿Estás contento con la utilización de tus superpoderes?
-Bueno, más o menos pero fue ella la que me pidió que destruyera la Catedral.
-Bueno una cosa es que vivas con ella y jueguen a la ronda y otra cosa es que destruyan el mundo.
Y yo, con los brazos en extensión peripatética, le dije:
-Es que no sé qué hacer, no sé qué hacer.
-Entonces, papá me dijo…”.
Y se quedó callado.
-Y ahora ¿qué te pasa? ¿Qué te dijo?
“-Hijo mío la tierra está en crisis, la desocupación avanza a pasos agigantados, los pobres se multiplican por doquier mientras que unos pocos, dueños del dinero y de la vida de los demás se jactan de ser invencibles y todopoderosos y aquí el único todopoderoso es tu padre.
-Sí, papá, sí papá.”.
Y Jesucristo se quedó en silencio nuevamente.
-Y todo el lío que armaron con la tormenta fue solo para decirte eso que está en todos los periódicos.
-Has visto que no ibas a aguantar, que te ibas a poner nerviosa. Ven, siéntate y tomemos un refresco.
Tomé un trago del refresco que milagrosamente había aparecido en la mesa y le pregunté:
-¿Qué más te dijo tu padre?
-Que utilizara mis superpoderes en lugar de para destruir el mundo, para aliviar la injusticia sobre la tierra.
Me comencé a reír de una manera exagerada.
-¡Qué! ¿Como Robin Hood o el Llanero Solitario?
-Sí, esos son los nombres que me dio mi padre. Robarle a los ricos, entorpecer sus proyectos, ayudar a los pueblos a liberarse de sus dictadores y repartir la comida y el dinero de una manera equitativa.
-No me jodas, Jesús, que me estoy mareado.
Antes de quedarme dormida, le dije:
-¿Estás loco? No me vuelvas loca a mí. Yo soy Ingeniera Jefa de una empresa muy importante, los dueños son un poco carcas pero me pagan un buen sueldo que me alcanza para vivir holgadamente.
-Pero mi padre me dijo que no hay que conformarse con el techo y la comida, que hay que luchar por la libertad, por la igualdad, por la cultura…
Y yo sorprendida, le dije:
-¡Qué! ¿Tu papá es Marx?
-No, mi papá es Dios pero Marx es uno de sus libros de cabecera.

jueves, 2 de abril de 2009

SEGUIMOS EN MI OFICINA, YO ESTABA BASTANTE PREOCUPADA…

Jesús, en silencio. De pronto me dijo:
-¿Me puedo quedar aquí?
Le dije que sí, pero invisible y que luego a la noche me gustaría tener una conversación. Toque el timbre para llamar a los Ingenieros.
-¿Está mejor, Jefa? me preguntó el Ingeniero 1.
-Sí, estoy mejor, pero…
El Ingeniero 2 intervino:
-¡Qué responsabilidad el hecho de que cada vez que lo llame aparezca!
Yo contesté:
-Sí, es una gran responsabilidad y por eso espero que ustedes me ayuden.
-¿Y no sería bueno que consulte a un psicólogo?
-No me venga con tonterías, ¿qué va a poder un psicólogo contra Jesús?
-Bueno no le dije para pelear contra Jesús, le dije para que usted pudiera hablar con algún especialista.
-Especialista ¿de qué? ¿Acaso hay algún especialista de los superpoderes de Jesús?
El otro Ingeniero agregó:
-Sí, claro, Dios.
-¿Pueden dejarme sola, por favor?
-Sí, cómo no.
-Cualquier cosa nos llama, Jefa.
Ya en mi casa, lo llamé a Jesús para preguntarle qué conversación había tenido con su padre.
-Jesús, Jesús.
Y Jesús no aparecía.
-Y ahora ¿qué te pasa? ¿por qué no apareces? ¿o fue todo producto de mi mente enferma? ¡Jesús, mierda!
-Sí, Bella, ¿me llamabas?
-¿Por qué tardaste tanto tiempo en aparecer?
-Tenía miedo que me regañaras.

lunes, 23 de marzo de 2009

ESTOY SENTADA EN LA OFICINA CON LAS DOS MANOS UNA A CADA LADO DE MI FRENTE

Estoy sentada en la oficina con las dos manos una a cada lado de mi frente. Parezco una mujer pensando desesperadamente.
Entran a mi despacho los dos ingenieros de siempre. Saludan respetuosamente y uno de ellos me pregunta:
-¿Le pasa algo Jefa?
El otro dice:
-Se la ve muy pensativa.
Reaccioné y les dije:
-Nada, no me pasa nada, pero es cierto que estoy pensativa.
-¿Se cayó otro de los edificios que construyó Bush? –Preguntó uno de los ingenieros.
-No, no, no, estaba pensando en problemas personales –Contesté.
El otro ingeniero:
-¿No estará enamorada, Jefa?
-Pues sí, estoy enamorada.
-Qué ¿alguno de los dueños de la empresa?
-No, no.
Me quede unos minutos callada y luego dejé caer, frente al asombro de los ingenieros:
-Estoy enamorada de Jesucristo.
-¿Del señor que apareció el otro día y nos arregló el edificio del Gobierno?
-Sí.
-Pero entonces por qué está preocupada, todo el mundo está enamorado de Jesucristo.
-Sí pero cada vez que yo lo nombro aparece.
-Vamos, Jefa.
-¡Qué! ¿Quiere que hagamos la prueba?
-A mí me encantaría.
-A ver, llámelo.
Ingeniero 1 dijo en voz alta:
-Jesucristo.
Le dije:
-No, no, abreviado.
Y el Ingeniero 1 volvió a decir el nombre pero esta vez abreviado:
- Jesús.
Nadie apareció, así que le dije al Ingeniero 2 que probara él:
-A ver, pruebe usted.
El ingeniero 2 dijo en voz alta:
-Jesucristo.
Le dije:
-No, no, abreviado.
Y el Ingeniero 2 volvió a decir el nombre pero abreviado:
-Jesús.
Nadie apareció. Los dos ingenieros se miraron y dirigiéndose a mí me dijeron:
-Ahora pruebe usted.
Y yo muy bajito para que no me escuchara, susurré:
-Jesús.
Y patapufete, apareció. Los dos ingenieros dieron un paso atrás, tal vez, asustados. Les dije:
-Por favor, me pueden dejar a solas con él.
Cuando salieron los dos ingenieros le pregunté a Jesús:
-Pero ¿qué haces aquí, en mi oficina, otra vez?
-Me llamaste, Bella, me llamaste.
Hubo un silencio que partía la tierra y entonces le pregunté:
-¿Con qué has pagado la consumición del bar?
-No, no pagué la consumición, distraje al camarero con un movimiento de manos, me levanté con elegancia y estuve caminando por la ciudad.
-¿Ahora utilizas los superpoderes para robar a un pobre camarero?
-¡Qué exigente que eres conmigo!
-¿Por qué me dices eso?
-¡La última vez me hiciste destruir la catedral y ahora te estás quejando por seis euros!

domingo, 22 de marzo de 2009

ME DESPERTÉ SORPRENDIDA DE NO HABER SOÑADO NADA

Mis sueños se estaban confundiendo de una manera peligrosa con la realidad. Mientras desayunaba pensé que a lo mejor tendría que consultar a un especialista, luego rechacé la idea por absurda.
Terminé de desayunar, me bañé, me vestí y antes de salir a la calle me miré en el espejo del salón y me vi muy bien vestida. Alguien querré conquistar esta mañana, me dije, mientras le sonreía a mi imagen en el espejo.
Parecía mentira que anoche hubiera habido una tormenta eléctrica brutal; hoy, un día templado con un sol acariciador.
Me senté en una terraza de la Gran Vía y pedí un zumo de piña.
El camarero, después de servirme, tal vez, molesto por el sol, estornudo y yo no tuve ninguna otra idea que decirle “Jesús” y Jesús apareció, se sentó en la silla enfrente de mí y como si todo fuera normal y él una persona normal, pidió un café solo.
Yo me dije para mí misma, tú tranquila, bella, que el que tiene que dar explicaciones es él.
Pensar para mí cuando estaba Jesús presente era hablar en voz alta.
Jesús me dijo:
- Es verdad, te debo una explicación.
Y luego se quedó callado. Yo tomaba mi zumo de piña y él su café. Sin hablar, pero de vez en cuando nos mirábamos.
Cuando terminé mi zumo, le dije tranquilamente.
- Yo me voy a trabajar, nos vemos luego, ¿puedes pagar?
Y sorpresa te da la vida, Jesús como un hombre normal me dijo:
- Por su puesto, nos vemos luego.

sábado, 14 de marzo de 2009

ESTOY LOCA, ESTOY LOCA, VEO VISIONES, TENGO SENTIMIENTOS....

Estoy loca, estoy loca, veo visiones, tengo sentimientos contradictorios, necesidad de castigo ¿Y esto será verdaderamente el amor? Que no lo quiero así, quiero seguir independiente como era antes de comenzar a soñar con él o tal vez si pudiera dominarlo, todo sería distinto, enamorarlo, eso, enamorarlo definitivamente, educarlo todo para mí. Levantarme a la mañana y subirme sobre sus hombros a caballito y él galopando, galopando me llevaría de aquí para allá y con sus superpoderes, construiría puentes en cuatro minutos y cruzaríamos el océano y los mares del sur y del norte y él de vez en cuando giraría su cabeza para preguntarme,¿ va bien mi diosa? y yo le tiraría de la barba y comenzaría a volar.
Me acosté en la cama y seguí repitiendo.
-¿Y esto será verdaderamente el amor?
Los ruidos exagerados de una tormenta eléctrica exagerada, con truenos que parecían enormes rugidos de fieras grandiosas y centellas y rayos jamás vistos por Madrid, y piedras y ruidos de piedras unas contra otras me despertaron.
Lo primero que hice fue taparme hasta la cabeza para poder aislarme de los ruidos. Y trate de recordar si la ventana del salón estaba abierta o cerrada.
Los ruidos eran cada vez más fuertes.
Entre los ruidos de los truenos y las luces espectaculares de los rayos creí escuchar la voz de Jesucristo.
Me tapé más todavía y ahí recordé que había dejado la ventana del salón abierta.
Me levanté apresuradamente y encontré a Jesucristo desnudo debajo de la lluvia, los truenos, la tormenta, debajo de las piedras con los brazos extendidos hacia el cielo. Al verlo le increpé:
-Y ahora ¿qué estás haciendo?
Jesús me miró como si la que estuviera loca fuera yo y me dijo:
-Cállate, por favor, que estoy hablando con mi padre.
Un remolino de viento y agua se trago a Jesús y yo cerré inmediatamente la ventana y caí en un sillón, dormida, desmayada.

lunes, 9 de marzo de 2009

ME DABA MIEDO LLAMAR A JESUS POR TEMOR A QUE APARECIERA

Me daba miedo llamar a Jesús por temor a que apareciera. Estaba cansada, quería despejarme, aclarar las ideas, entender algo de lo que me estaba pasando. Estaba nerviosa, me di una ducha, me sequé, utilicé cremas para las manos.
En la casa hacía calor así que decidí quedarme desnuda. Ya me sentía bien conmigo misma. Tomé un libro y paseando desnuda por el salón recité en voz alta:
Adiós nada olvidas,
ya nada mas tenemos que decirnos
esta bien partir puedes
Dejé el libro en la mesa y me serví una copa de whisky. Vi reflejada mi desnudez en el espejo de las vitrinas y me dije para mí misma:
-¿Tal vez esté enamorada de Jesucristo?
Y como si fuera a brindar me llevé la copa a la boca y cuando estaba por beber escuché a Jesucristo:
Deja la copa
dame tu boca
y emborráchate de amor
y no de alcohol.
Yo le miré como si estuviéramos en el cine en una explanada a 33.000 metros de altura y le dije:
-Lo del alcohol vaya y pase pero lo del beso… pues te digo que no.
Tomé mi whisky de un sorbo, seguí mirándole a los ojos y ¿saben lo que hizo el bendito hijo de Dios? Sin moverse, me dio una cachetada.
-¡Me pegaste!
Y él, con voz de sabiondo, me contestó:
-Yo no te pegué, tú te pegaste.
Yo reflexioné, la verdad es que yo no vi que moviera los brazos para pegarme pero como tiene superpoderes…

domingo, 8 de marzo de 2009

ME LEVANTÉ ASUSTADA

Me levanté asustada convencida de que, después de lo de la Catedral, Jesús había venido a vivir a mi pisito. No estaba en la cama ni en el aire ni en el baño ni en la cocina.
Me daba rabia que el asunto con Jesús fuera sólo un sueño. Decidí olvidarme del asunto y poner más interés en mis trabajos pero había algo que había cambiado definitivamente en mi vida. ¿No me estaré volviendo loca?
De golpe me acordé de lo de la Catedral y me empecé a reír a carcajadas y me venían imágenes de la Catedral, del Parque del Oeste, de las farolas de la calle…
Camino del trabajo me seguía riendo y me decía ¿loca o tonta? Pero a mí me ha pasado algo en la vida. Jesús, Jesús ¿dónde estarás?
-Aquí, querida, a tu lado.
-Cómo que a mi lado si te busqué por toda la casa y no te encontré.
-Es que me hice invisible para no molestarte.
-Y ahora qué estás haciendo al lado mío.
-Me llamaste ¿no?
-Y si yo no te llamaba ¿qué pensabas hacer?
-Pensaba ir a tu trabajo, invisible, quedarme quietito y ver cómo te podía ayudar.
-No se te va a ocurrir demostrar tus superpoderes en la oficina.
-No, no, no, iba para aprender ingeniería, verte trabajar y ayudarte.
Moví la cabeza como diciéndome a mí misma “Esto no lo voy a poder aguantar”.
Y Jesús volvió a desaparecer.
A mí me tranquilizaba que él estuviera pero que no estuviera, de esa manera no quedaba claro de quién eran los superpoderes: de él que aparecía y desaparecía o míos que lo hacía aparecer y desaparecer.
En el trabajo un día normal, yo con los planos de las nuevas construcciones y Jesús invisible.
Hubo un momento de tensión a las cuatro de la tarde. Alrededor de una mesa, hasta siete profesionales discutíamos de cómo y a partir de qué momento tendríamos que apuntalar el edificio más importante del Gobierno, a punto de caerse. Si había alguna posibilidad de cerrar el edificio hasta que nosotros terminásemos con nuestro trabajo o si nosotros tendríamos que trabajar con el edificio funcionando, lo que pondría en peligro a unas 500.000 personas. Si teníamos que empezar por la izquierda o por la derecha. En ese momento, en pleno ardor de la discusión apareció Jesucristo arriba de la mesa y con su brazo derecho extendido hacia el horizonte dijo (de más está decir que yo estaba temblando como una hoja de viento):
-Señores, no temáis, soy Jesucristo, el hijo de Dios. Lo vuestro no es un problema ya que se soluciona de esta manera.
Se sentó en la mesa y en la baqueta hizo unos movimientos, reconstruyó el equilibrio y desapareció.
Yo, tratando de despistar dije:
-Estamos todos locos, ya alucinamos.
Y uno de los ingenieros dijo:
-No, fue un milagro, fue un milagro, no vieron cómo movió la maqueta.
En ese momento suena el teléfono. Era una llamada del edificio del gobierno:
-Inclinación corregida, les agradecemos su trabajo.
-Milagro, milagro, fue un milagro.
Dijo uno de los ingenieros. Entones, ahí fue donde dije:
-Señores, un poco de calma.
Y di por terminada la reunión. Y me quedé pensando qué haría con Jesús cuando volviera de nuevo, si le daría un beso o le daría una patada.

sábado, 28 de febrero de 2009

ESTA VEZ LO MIRÉ CON PIEDAD. BUSCAR UNA CASA, BUSCAR UNA CASA COMO SI ESO FUERA FÁCIL

Jesús me miró como extrañado y yo insistí:
-Comprar una casa hoy día es imposible y los alquileres están por las nubes.
Era la primera vez que lo hacía, Jesús se agachó un poco porque era más alto que yo y me besó la frente.
-Mi padre me dijo que en la tierra hay infinitas casas de Dios, será muy fácil encontrar una.
Yo ya me estaba poniendo muy nerviosa y le dije:
-Tú y tu padre me van a volver loca.
Caminamos en silencio varias calles. De golpe, yo me paré delante de una capilla y le dije:
-Esto es una casa de Dios.
Él me miró creo que con algo de sorna y me dijo:
-Será una casa de Dios pero es muy pequeña.
-Y qué, ¿estás seguro que quieres una casa grande de Dios?
-Sí, claro, una casa grande donde podamos movernos con libertad.
Yo no daba más, claramente estaba enamorada de ese hombre raro, pero no daba más. Paré un taxi y lo hice subir. Me costó trabajo hacerlo subir porque no quería subir. Trataba de explicarme en la puerta del taxi que con sus superpoderes podríamos llegar inmediatamente a cualquier parte.
Yo le explicaba que eso lo íbamos a dejar para después porque él todavía no conocía Madrid. Este razonamiento le pareció convincente, subimos al taxi y yo dije con voz serena:
-Por favor, a la Catedral.
Cuando bajamos del taxi Jesús exclamó:
-Esta casa sí que me gusta, esta sí que es una buena casa de Dios.
Yo lo miré de reojo y le dije.
-Sí, muy bonita pero no es nuestra.
Él hizo como que no me escuchaba y se puso a golpear la puerta de la Catedral. Apareció Rocky Varela en calzoncillos (ustedes perdonen pero esto es un sueño) y con cara de pocos amigos encaró a Jesús y le dijo:
-¿Qué quieren a esta hora?
-¿Esta es la casa de Dios?
-Sí, esta es la casa de Dios.
-Bueno, entonces nos vamos a quedar mi novia y yo unos días.
Apartó con su mano derecha al señor Rocky que se rascaba alternativamente la cabeza y los huevos sin entender lo que pasaba y que trastabilló un poco al paso raudo de Jesús.
Yo ya estaba un poco desesperada y me colgué del brazo de Jesús y le dije:
-Jesús, vamos a mi pisito.
El señor de los calzoncillos y el rascado, atinó a decir en voz muy alta:
-Pero ustedes ¿quiénes son?
-Mire, muy sencillo, yo soy Bella de día y él es Jesucristo, el hijo de Dios.
-¡Qué Jesucristo ni una mierda! Salgan los dos inmediatamente de aquí o llamo a la policía.
Jesucristo lo miró de soslayo, y le preguntó:
-¿Usted quiere que le demuestre que soy Jesucristo?
Cuando dijo esa frase yo me puse a llorar y me acordé que en el parque él ya había hecho una demostración de su poder y pensando que estábamos en la Catedral, un edificio emblemático en Madrid, besé los labios de Jesús por primera vez, tiernamente, y le dije:
-Querido, no demuestres nada, no demuestres nada.
Y estaba a punto de apaciguarlo cuando el señor de los calzoncillos y el rascado, mirándome con desprecio:
-Y tú, putita, llévate a este pordiosero de una vez.
Que me dijera putita después de dos meses que no tenía relaciones sexuales con este asunto de la Comunidad y la escritura, me enfureció. Miré a Jesús con severidad y le dije:
-Demuéstrale todo tu poder.
Jesucristo antes de ponerse a bailar en árabe o andaluz me tomó de un brazo y me alejó de la catedral unos 50 metros.
El hombre de los calzoncillos y el rascado seguía en la puerta de la Catedral en calzoncillos y rascándose sin entender.
Jesús, antes de mover las manos y demostrar su poder, me preguntó:
-¿Estás segura?
-Claro, claro que estoy segura, me llamó puta, me llamó puta, me llamó puta.
Jesucristo movió sus manos como bailando y la Catedral se desmoronó sobre el hombre que seguía en calzoncillos y rascándose sin entender.
- Tu padre no estará contento has destruido una de sus casas.
-Mi padre estará contento porque he hecho desaparecer al primer Satanás, y casas de Dios hay muchas.

domingo, 22 de febrero de 2009

¡QUÉ GOLPE QUE NOS DIMOS!

-¡Qué golpe que nos dimos! Dije yo, tocándome las nalgas.
-Tú, porque yo, en la tierra, tengo superpoderes.
-¿Superpoderes?
-¡Ah! ¿sí?
-¿Y desde cuando?
-Antes del poema del desierto hablé con mi padre y me dijo: “si tu novia no quiere que mueras, no morirás, estarás en la tierra vivo, con superpoderes para luchar contra Satanás.
-Ay, por favor, no me jodas, Jesús.
-¿Qué quieres, que te lo demuestre?
-Sí, claro, por supuesto.
¿Y saben lo que hizo el animal de Jesús? (quiero recordarles que estábamos en el parque del Oeste, en la calle Ferraz, a unos metros de la guarida de los socialistas). Salió corriendo y pegó la cabeza contra una farola, que se dobló y cayó en medio de la calle produciendo el choque de varios coches. La gente gritaba y corría y yo le tomé a Jesús de la mano como si fuera un niño y le dije:
-Ven Jesús, no te hagas daño, ven Jesús. Así qué ¿Superpoderes?
-Sí, querida.
-Bueno pues arregla este lío que has hecho con tus superpoderes.
-Y ¿saben lo que pasó? pues nada, Jesús me miró a los ojos y me dijo:
-Es la última prueba a la cual me someto
Y moviendo las manos como para bailar en árabe o en andaluz, arregló todo.
Yo pensé que estaba alucinando pero no dije nada.
Él me tendió la mano suavemente y me dijo:
- Ven, vamos a buscar una casa.