Recuerdo lucha feroz, deseos,
entre mi piel y tu conciencia.
Siempre triunfaba el tiempo.
Tu aliento enfurecido,
era el rocío de la tarde.
Escupías sobre mí,
palabras como ángeles,
besos,
granadas de locura.
Con serena voz te recitaba,
los versos donde un hombre,
era una seca lágrima perdida.
Tu fuego era el fuego,
-maderos de la cruz-
ardía todo el tiempo.
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